Por: Marcel Merizalde
Consultor Político
Julio 12 de 2020
Aunque ya se conoce los nombres de los potenciales presidenciables (Yaku Pérez, Leonidas Iza, Guillermo Lasso, Fernando Balda, Fernando Villavicencio, Otto Sonnenholzner y un representante del correísmo), lo particular de esta campaña será el esquema general de la estrategia política a implementarse. Cosa no vista, hasta ahora, y por completo, en el país. Ecuador vivirá esta inédita y novedosa campaña electoral, para la Presidencia de la República, a partir de diciembre de 2020, según marca el calendario elaborado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), en vigencia.
La alerta, la dio el renunciante vicepresidente Otto Sonnenholzner, quien utilizó la etapa más crítica de la pandemia del coronavirus, en Guayaquil, para ensayar esta estrategia, antes de tomar la decisión de aceptar ser candidato presidencial, por la ´nueva derecha´ porteña, previa declinación de aspiraciones del líder socialcristiano Jaime Nebot.
En el pasado, aunque existían partidos políticos consolidados y con trayectoria, se apelaba a la figura del gran líder, quien adulto todopoderoso, podía solucionar los problemas comunes de la sociedad, con su sola presencia. Representaba al padre severo, al dueño de hacienda, al jefe prepotente. Lo que llevó a construir, en nuestra teoría política, el concepto de ´cacique´ y ´cacicazgo político´. Ecuador, recuerda más las míticas figuras de la historia democrática reciente, como Jaime Roldós Aguilera (retorno a la democracia), León Febres Cordero (reconstrucción nacional), Abdalá Bucaram Ortiz (la fuerza de los pobres) y Rafael Correa Delgado (socialismo del siglo XXI). Patriarcas con personalidades únicas, carismáticos y controvertidos.
En un aparte, están los expresidentes, Rodrigo Borja, quien intentó implementar la doctrina socialdemócrata; Jamil Mahuad, demócrata cristiano y el caudillo de origen militar, Lucio Gutiérrez. Como se notará, pocos podrán recordar a Oswaldo Hurtado, Fabián Alarcón, Ricardo Noboa y al propio Lenin Moreno, el ausente mandatario que termina periodo en 10 meses y que desarrolló su Gobierno sin un Plan Económico propio. El país asiste al ocaso de los ´caciques´.
Ahora, con un cambio en la visión civilizatoria (consumo, derechos y reproducción) y de las prácticas culturales, económicas y políticas, el grueso de la población votante está compuesta por millennials (menores de 40 años) y centennial (menos de 20 años de edad). Por ello, la necesidad de una campaña híperpersonalizada por metas. Este tipo de estrategia, contempla tres momentos:
Meta uno. Ser el electorado: joven, tecnodependiente, proambiente, animalista, movilizarse por causas, más que por ideologías…
Meta dos. Revelar las nuevas expectativas: independencia, disfrute del ocio, industria cultural; entorno amigable, seguro y práctico…
Meta tres. Personalizar el proyecto social: derechos, economía, trabajo, salud y seguridad social, educación…
Ahora, puede entenderse, que no es para nada casual, que al candidato de la ´nueva derecha´ guayaquileña, Otto Sonnenholzner, se le haya dotado del equipo de asesores del joven presidente salvadoreño Nayib Bukele (a quienes separa distancia política y de valores) y que se despeje del camino electoral a viejos líderes (Nebot, Bucaram, Noboa, Correa) y de quienes podrían representar algún peligro para el proyecto político renovador generacional que quieren estrenar las élites ecuatorianas.
Puede entenderse, también, por qué el desespero del banquero Guillermo Lasso, quien a falta de juventud (retrato fallido del poema del mexicano Jaime Sabines), no le queda otra alternativa que rodearse de jóvenes e impostar discursos propios de estas generaciones, como el de ´es viernes y el cuerpo lo sabe´, ponerse gorra con visera apretada a mano y tomar cerveza.
Del otro lado de la vereda, los sectores progresistas ecuatorianos, comprenden ya esta estrategia y buscan una respuesta para el electorado. Visibles están, Leonidas Iza, Marcela Aguiñaga, Balda y Villavicencio. Cada uno, con su estilo, milenario, denunciólogo o revolucionario ciudadano, con su nicho de votantes.