Por: Verónica Yuquilema Yupangui
Kichwa de la Nación Puruhá
19 de julio de 2018
Durante la adolescencia vivida en Riobamba no había indicio alguno de una discoteca “indígena”, ciertamente, todos tenemos cierto gusto por bailar y tener un momento ameno; sin embargo, las discotecas de la época no eran nada plurales, para quienes osaban usar anaco o poncho y mucho menos para quienes tenían otros gustos musicales.
Hace unos meses en Riobamba visité una discoteca “indígena”, cuyos clientes y artistas eran justamente kichwa puruwaes, artistas considerados como lxs hits del momento. Luego leí una nota periodística en que se destacaba la existencia de otra discoteca en el mismo sentido. Actualmente, existen al menos tres espacios con la misma idea en esta ciudad.
Estos espacios, sin duda, responden a la necesidad de una gran parte de la población kichwa puruwa de contar con un lugar para disfrutar de momentos de diversión, pero también responden a una realidad latente en ciudades excluyentes que en este siglo XXI no consiguen imaginar una mujer u hombre de anaco y poncho bailando una salsa o un merengue y mucho menos, se les pasa por la cabeza colocar un sanjuanito en sus establecimientos.
Recuerdo que en una ocasión mis hermanos y yo queríamos ingresar a una de las discotecas en la Avenida Daniel León Borja y ¡Oh, sorpresa! no querían vendernos entradas porque vestíamos poncho y anaco, claro, no nos dijeron que era ese el motivo, nos explicaron: “Es un evento exclusivo y nos reservamos el derecho de admisión.”. Pero, resulta que estuvimos acompañados de amigos y amigas alemanas “blanquitxs”, uno de ellos acudió a comprar los boletos, lo consiguió y no recibió la explicación que nos fue dada. Finalmente, conseguimos entrar y frente a las miradas de escepticismo y risas, disfrutamos del momento.
Episodios como éstos aun cuando son comunes, se invisibilizan y hasta se naturalizan; por ello, esta reflexión pretende visibilizar y problematizar estas vivencias cotidianas aparentemente minúsculas, pero también anhela sembrar una semilla de cuestionamiento a las propuesta que vamos creando como pueblos y nacionalidades.
Las discotecas “indígenas” son propuestas loables y que personalmente aplaudo, quizá esa es la forma más próxima que hemos encontrado de sentirnos cómodos y tranquilos de vestir acorde a nuestra identidad. Sin embargo, no debería perderse de vista que también es nuestro derecho hacer uso de todos y cada uno de los espacios disponibles en la ciudad, y esto incluyen las grandes o pequeñas discotecas.
El baile también es emancipatorio, nuestrxs tayta mamakuna lo han venido guardando y heredando de generación en generación y tal como lo dijo una compañera anarquista “Si no puedo bailar no me interesa tu revolución”, para esta reflexión le añadiría “Si no puedo bailar, al son de la multiplicidad de géneros musicales y en armonía con mi identidad, no me interesa tu revolución”.
El reto como pueblos y nacionalidades es seguir “incomodando” esos espacios de una ciudad que también es nuestra, aunque sigan pretendiendo excluirnos y así mismo, mantenernos vigilantes de no repetir la historia de exclusiones o esencialismos en nuestras iniciativas, que los espacios que vamos proponiendo refleje nuestra riqueza y diversidad cultural.
Aunque sea difícil la tarea, sigamos compartiendo con la sociedad toda, la hermosura de nuestros colores, el valor y sentido de nuestro anaco, poncho, cabello largo, pantalón blanco o corto, sigamos tejiendo lazos de una interculturalidad fáctica, sigamos revolucionando desde lo cotidiano y lo personal, que también es colectivo.
Es sólo una sugerencia: Cambiemos el chip de este mundo.
«La identidad y las discotecas indígenas», artículo de Verónica Yuquilema Yupangui. Lea y escucha en Riksinakuy, que nadie calle tu voz! (https://atomic-temporary-17868035.wpcomstaging.com/). Julio 19 de 2018.
Saludos… Desde las facciones personales uno puede ser visto de diferentes maneras. La vestimenta también es prueba de ello…
Una discoteca andina resulta ser como una espina del momento con una respuesta social incómoda para otros sectores que ven con ojos estéticos occidentales. Y es una realidad que hay instituciones culturales urbanas que viven de una imagen andina recogida y conocida sólo en fiestas o de forma eventual.
Me gustaría insidir en otros sitios urbanos con los colores reales de las versiones y visiones culturales porque a la larga somos lo que recogemos de los Taytakuna and mamakuna. Talvez me salga del tema pero… Solo indico la palabra en cuestión de algo más…. La Casa de la Cultura. Cómo incidir allí de una forma contundente donde si en realidad la institución puede decir con franqueza que sí es una casa de las Culturas.
Ya hay discoteca para Runas. O será de hacer una casa de la cultura para Runas?
Gracias por compartir
Saludos Verin…