Por: Rosendo Yugcha Changoluisa
6 de junio de 2018
Con esta frase de la canción “Quien te salvará” del grupo chileno Illapu que acaba de cumplir 45 años de trayectoria, empiezo esta reflexión. Sobrevolando la frágil monotonía cuántica que vive actualmente la patria, emergen, como si de un cuento de hadas se tratara, los “salvadores” de la opinión pública, en defensa del derecho a la libre expresión. Un hecho que bien podría quedar solamente en una simple cortina de humo o por lo menos, en una buena intención.
Para resumir; parte del escenario político actual es un “antes y un después de”, un pasado que hay que sepultar a como dé lugar y un futuro promisorio por construir que se sintetiza en la trillada frase “lo mejor está por venir”. Quizá por consecuencia de lo dicho y la presencia de actores ideológicos como la iglesia por ejemplo y otros tantos más, en la conversación cotidiana de la gente retumba esa lucha eterna entre el bien y el mal, la luz contra la oscuridad, la vida y la muerte.
No hay que perder la esperanza, en eso estamos totalmente de acuerdo; si no, para qué levantarnos de la comodidad del lecho cada día a enfrentar la complejidad de sobrevivir, en un mundo caótico que vive actualmente, pero no por siempre, bajo la dictadura del libre mercado. Lo que nos anima a desarrollar el presente análisis es la posibilidad de descubrir hasta dónde los intentos de salvarnos de ciertos políticos, sólo cumplen su parte en el show mediático, en el que se convierte de vez en cuando el hacer política y que, obviamente, no motivan ni mucho menos aportan a una real democratización de la palabra.
En teoría, el ‘salvador’ conoce el camino y tiene la capacidad de orientar las decisiones a tomar, en este caso, en el ámbito de la comunicación, cuya incidencia en los comportamientos, actitudes y acciones humanas, la hace tan atractiva a quien ejerce temporalmente el poder y por tanto, tan peligrosa en manos del adversario político del gobernante de turno. Hay que resaltar que la comunicación se la puede desarrollar desde un ámbito específico que es necesario definir: o es pública o es privada. Es precisamente esta indefinición compleja y delicada, lo que está en el fondo de la polémica y sobre la cual se debería seguir reflexionando.
La comunicación como una acción humana estará irremediablemente atravesada por intereses determinados por la pertenencia o simpatía del ser humano a un grupo, familia, comunidad, movimiento o partido político y por tanto, la práctica de la comunicación se la desarrollará con una específica forma de mirar la vida, es decir, con una posición ideológica frente a la realidad.
En todo caso, el acto de salvación se ha consumado y se trata de la última reforma a la ley de comunicación, identificada como ley “mordaza” para un respetable grupo de ciudadanos; reforma que, según sus defensores, viene a devolver a todos los ecuatorianos y ecuatorianas su derecho a expresar libremente su opinión sin ningún tipo de restricciones, al menos en teoría.
El concepto de la comunicación como servicio público se deteriora, se suprime el ente regulador y por extraña coincidencia paradójicamente y de manera casi inmediata vuelven a ser emitidos ciertos “talk shows” que han sido criticados de manera fuerte, precisamente por su baja calidad en cuanto a contenidos. Dulce patria y ahora quien te salvará.
* Illapu
Dulce patria, de tus defensores, quien te salvará, de tus salvadores, artículo de Rosendo Yugcha Changoluisa. Lea y escucha en #Riksinakuy (https://atomic-temporary-17868035.wpcomstaging.com/). 6 de junio de 2018.