Por: Marcel Merizalde Guerra
Consultor político
Enero 15 de 2020
Sí, es probable que el Ecuador del siglo XXI pueda tener a su primer presidente indígena en el Palacio de Carondelet. Esto, cabe en el marco estadístico de probabilidades, tanto por el número de precandidatos con opción, como por el potencial apoyo ciudadano que se expresa en distintas encuestas.
Hay precandidatos que se proyectan desde veredas políticas e ideológicas antagónicas. Está, por citar, el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot Saadi, del Partido Social Cristiano (PSC), referente de la derecha política y económica ecuatoriana. El banquero Guillermo Lasso, de CREO, también representante de la derecha política afincada en el capital financiero y especulativo. El hermano de este último, el periodista Xavier Lasso, terciaría por la izquierdista Revolución Ciudadana del expresidente Rafael Correa Delgado. Y los potenciales presidenciables Leonidas Iza y Jaime Vargas, miembros de la CONAIE, quienes lideraron el levantamiento indígena de octubre de 2019, contra la eliminación de subsidios a la gasolina extra y diesel, dispuesta por el presidente Lenin Moreno, mediante el Decreto Presidencial 883. No se descarta la opción de otros precandidatos menos visibilizados, como el expresidente del Barcelona Sporting Club de Guayaquil, Isidro Romero; el periodista Fernando Villavicencio, Abdalá Bucaram padre, Otto Sonnenholzner (actual Vicepresidente del país), Yaku Pérez, la feminista María Paula Romo (actual ministra de Gobierno) y otros.
Sin embargo, Ecuador es un país racista. Nunca dejó de serlo. A pesar de la retórica constitucionalista de 2008 y de los resultados de investigaciones que por 30 años intentaron esbozar un país con respeto a su diversidad humana y riqueza cultural. No fue suficiente con sentar por escrito, en Montecristi – Manabí, que Ecuador reconoce sus ´raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos´, que celebran a ´la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia´. Pura retórica de escritorio, propia de académicos clase media, consternados por tener que tutearse y hasta emparentar con aquellos a quienes siempre consideraron sus inferiores, los ´caseritos´.
La irrupción del movimiento indígena, en octubre de 2019, generó una serie de rupturas, crisis y tensiones a nivel político en Ecuador. Su llegada a la capital, significó en el mestizo y en los autopercibidos ´blancos´, el retorno al imaginario de ese Otro, que en la hipótesis de Tzvetan Todorov, resulta exótico, extraño, extravagante, gracioso y hasta bárbaro (sin lenguaje), pero nunca igual y menos portador de los mismos derechos (Todorov, 2010). Esto, olvidando que el descubrimiento del Yo es posible solamente a través del descubrimiento del Otro, quien es una abstracción construida por el Yo. Y sin considerar que el pasado anuncia inevitable el presente.
El miedo al indígena en el poder
La hipótesis de este artículo es que los representantes de las élites políticas de Ecuador están asustados con un probable gobierno indígena…
En ese sentido, para retrato fueron las palabras del líder socialcristiano, Jaime Nebot, quien, desde Guayaquil, en octubre de 2019, mandó al páramo a los indígenas que protestaban por la eliminación de los subsidios a la gasolina extra y el diesel. La reacción de Nebot Saadi fue una especie de ´quédense ahí, en su hábitat, no forman parte de nuestra versión civilizatoria de Ecuador´.
Todo por ese temor al Otro, que en realidad es uno mismo. El miedo al Otro político, en este caso, es una construcción social que emana y encuentra vida en el mundo de los significados. Esto, porque el miedo “es individualmente experimentado, socialmente construido y culturalmente compartido”, tal como lo subraya Rossana Reguillo (Reguillo, 2001, 32).
Con el lenguaje es posible resaltar las diferencias que dividen y discriminan, pero también manipular a quienes no están atentos al juego de signos en el escenario político. Así, puede explicarse, en parte, el supuesto ´rechazo mayoritario´ de los ‘mestizos de trabajo’ y ´blancos´ de Quito a los ´vándalos, salvajes y violentos´ que protestan.
Falsa dicotomía que, por un lado, muestra a la ‘gente de bien y productiva’; y, por otro, a los ‘violentos, vándalos y terroristas’. El complejo universo político, simplificado de manera perversa para enfrentar a quienes viven bajo un mismo signo: la exclusión.
Las variables del poder ‘blanco – mestizo’
Los representantes de las élites políticas ecuatorianas, que van tras el poder en el 2021, se expresan de esta manera sobre los postulados políticos y principios indígenas, que podrían implementarse en un Gobierno de este actor histórico y político:
Alberto Acosta Burneo, como parte de la derecha financiera serrana, el 31 de octubre de 2019, en su cuenta de Twitter, señaló que “los indígenas están en contra de los agronegocios (…) quieren que el Impuesto a la Salida de Divisas suba (…) nacionalización de sectores estratégicos (…) renegociación de contratos petroleros y más impuestos a telefónicas (…) quieren abandonar el sistema capitalista, ´un cambio de perspectiva civilizatoria´”. (Acosta, 2019).
Acosta Burneo muestra su rechazo a esa otra cosmovisión y modelo de vida que irrumpe en lo que define como bases de ´la perspectiva civilizatoria´ de la derecha en Ecuador: extractivismo, nula intervención del Estado, bajos impuestos y tecnología.
Durante el levantamiento indígena de octubre de 2019, el precandidato presidencial Lasso, en su cuenta de Twitter, el 12 de octubre, dijo que “El dilema no es entre protestantes y Gobierno. Sino entre democracia y anarquía. Debemos apoyar la democracia y no permitir que nos someta ninguna clase de terrorismo.” (Lasso, 2019)
Resulta claro, para Guillermo Lasso, que los indígenas no representan una alternativa política dentro del marco democrático liberal, sino un camino a la anarquía y el terrorismo. Significados con los que sustenta los ideales de su movimiento político entre sus seguidores y asusta a los expectadores de sus redes sociales.
El hombre más rico de Ecuador, Álvaro Noboa, en su página web alvaronoboa.com, el 10 de octubre de 2019, interpone al Dios de los católicos para señalar que “no debemos permitir tener miedo, porque el miedo es la falta de fe, y estamos con el bien, estamos con Dios que siempre sale victorioso (…) es momento de apoyar a la Fuerza Pública, a las Fuerzas Armadas, al Gobierno, y a todos aquellos que queremos el bien (…) Yo lo haré con toda mi fuerza, con toda mi alma, con todo mi corazón, con mi dinero y con todo lo que tengo para poder restablecer al Ecuador al estado de calma que se merece.” (Noboa, 2019)
Noboa genera una triada para mantener intacto el modelo de civilización en el que viven los ecuatorianos: Dios, violencia y dinero.
En el mismo sentido, se pronunció Isidro Romero Carbo, también precandidato presidencial, exdirigente deportivo, exdiputado, dueño de los principales centros comerciales (mall) de Guayaquil, poseedor de un equipo de fútbol profesional en España, portador de un título nobiliario y excuñado del magnate Álvaro Noboa, pues estuvo casado con Isabel Noboa Pontón.
En comunicación pública, dirigida al presidente Moreno, Romero exige aplicar la ley, así como la intervención de las fuerzas policiales y militares para restablecer el orden, evitar la anarquía y detener los propósitos de ‘vándalos y terroristas‘. Le recuerda al mandatario un principio básico del gobernar: ‘El Estado, representado por sus mandatarios, se reserva el ejercicio exclusivo de la violencia, física y normativa (legal).
A qué le tienen miedo las élites políticas
El movimiento indígena pone en crisis el modelo de civilización, de sociedad y economía que desarrollan las élites políticas del Ecuador. Y a eso le temen, pues significaría, de alguna manera, el final de sus privilegios en una sociedad con marcadas y dolorosas diferencias.
La propuesta indígena, frente a dicha ruptura del modelo dominante, se expresa en los siguientes postulados:
- La sociedad debe ser más justa y equitativa para todos
- El problema de la economía no está en la producción, sino en la distribución
- La Naturaleza es un ente vivo que tiene derechos
- El agua es un recurso indispensable para la vida. Sin agua no hay vida
- La minería supone la muerte de la Naturaleza
El agua, la minería, el ambiente, el reconocimiento de las identidades, el proyecto económico con identidad como país megadiverso, son entre otros temas que el movimiento indígena ha puesto en el debate y es oportuno observarlos para pensar en un futuro certero que incluya a todos, y a la Naturaleza.
Estadísticas inquietantes
El lunes 13 de enero de 2020, Paulina Recalde, directora de la encuestadora Perfiles de Opinión, reveló en el Noticiario A Primera Hora, con Fabricio Vela, que la credibilidad de los principales precandidatos presidenciales estaba de esta manera:
Los dos primeros lugares de esta lista la ocupan los líderes indígenas Leonidas Iza y Jaime Vargas (juntos suman 59%), a quien inclusive le provoca ser candidato presidencial y Presidente de la República del Ecuador.
Bibliografía
- Reguillo, R. (2001). Los miedos contemporáneos: sus laberintos, sus monstruos y sus conjuros. Bogotá. Colombia. Universidad Javeriana.
- Todorov, T. (2010) La conquista de América: el problema del Otro. Madrid. España. Siglo XXI Editores.
Netgrafía
- Acosta, A. (2019). https://twitter.com/ALBERTOACOSTAB?s=20
- Lasso, G. (2019). https://twitter.com/LassoGuillermo?s=09
- P. (2020). https://twitter.com/PerfilesOpinion?s=20
- Noboa, A. (2019). https://www.alvaronoboa.com/