Entrevista con el doctor en Ciencias Sociales Héctor Díaz-Polanco, perteneciente al libro «Por la izquierda», volumen II
Escrito por: Julio César Guanche / Rebelion
Julio César Guanche: En esta problemática relacionada con las autonomías, sabemos que el caso de España resultó al principio una conmoción; después muchas autonomías han tratado de ir acomodándose a la propuesta, no sólo española sino europea. En el caso de América Latina, donde usted inició el estudio, vamos a llamarle «primario» de la problemática de las autonomías, a la situación actual en relación, vamos a llamarle «comparativa», ¿cuál es su evaluación, cuál es su punto de vista?
Héctor Díaz Polanco: Creo que hemos avanzado enormemente. Hay que recordar que apenas a finales de los años 80, iniciando los 90, prácticamente no se hablaba de autonomías excepto en unos pequeños grupos indígenas -marginales todavía-. Ocurrieron un conjunto de procesos que potenciaron las autonomías como proyecto político. En primer lugar, el hecho de que en 1992 tuvimos el Quinto Centenario y se desarrolló un gran movimiento indígena para oponerse al carácter «celebratorio» de la conquista de América. Esto sirvió de plataforma para que los pueblos indígenas se plantearan su situación y plantearan a su vez un proyecto político alternativo. Allí se inició todo.
Antes del cumplimiento de esta fecha emblemática, en 1990, se produce el primer gran levantamiento en el Ecuador de los pueblos indígenas, que siembra no sólo Ecuador sino América Latina, impacta a toda la región. Y posteriormente al gran movimiento del 92 en resistencia frente a la celebración del Quinto Centenario, está el gran estallido zapatista, cuyo mérito fundamental no es haber planteado la autonomía, sino el haberla potenciado en el sentido de haberle dado una plataforma nacional a la discusión de la autonomía y haberla proyectado internacionalmente. Antes del zapatismo ya había un movimiento autonomista, pero con una debilidad relativa muy marcada. Y esto se convierte en gran explosión -esa palabra la usábamos habitualmente- autonomista que conduce hasta el día de hoy.
Lo importante no es sólo que los pueblos sólo se hacen autonomistas, es el contenido que tiene el proyecto político de autonomía, que implica varios elementos que inmediatamente lo confrontan con los proyectos de nuestras oligarquías y nuestras burguesías nacionales y con el gran proyecto globalizador. Por ejemplo, el control de sus recursos, la definición de territorios propios, el establecimiento de autogobiernos de estos pueblos, sin que esto implique separatismo, al contrario: en la experiencia latinoamericana de los últimos tiempos -viendo país por país-, pese a que la burguesía y la oligarquía vociferan que los pueblos indígenas son separatistas y que quieren destruir la unidad nacional, los separatistas son las oligarquías, no son los pueblos indígenas. Es Guayaquil, en Ecuador, el que está planteando la autonomía como separatismo; es Santa Cruz, en Bolivia, la que está planteando la autonomía como separatismo, y no los pueblos indígenas. En México, en el Soconusco y en otras zonas, ha habido tentaciones de planteamientos -la zona norte del país- de las autonomías como separatismo.
En cambio, los pueblos indígenas -paradójicamente para esta visión- son los que están afirmando la autonomía como profundización de la unidad nacional, como consolidación de la unidad nacional, y además un proyecto que ya no sólo plantea reivindicaciones para los pueblos indígenas, sino reivindicaciones de más amplio alcance. De hecho, durante mucho tiempo el debate con ciertas tendencias en el movimiento indígena -que generalmente se están convirtiendo por fortuna en minoritarias- radicaba en que estas posiciones planteaban las autonomías como autonomías para resolver los problemas de los pueblos indígenas. Lo que planteaba el sector más avanzado de las autonomías -y nosotros, por supuesto, nos identificábamos con este sector-, es que la autonomía era para resolver problemas nacionales, los problemas de la nación. Porque lo que teníamos no era un problema indígena: los indígenas no son un problema, lo que era un problema era la nación, y en consecuencia la autonomía debía ser una respuesta a este problema nacional. Por eso hablábamos de la cuestión étnico-nacional y no sólo de la cuestión étnica o de la cuestión indígena.
Esta articulación entre nación y grupos étnicos es lo que le ha dado un gran potencial a las autonomías en la actualidad, de tal manera que uno puede decir que en este momento, a diferencia de hace… quince años, la autonomía es prácticamente el proyecto generalizado de las organizaciones indígenas en América Latina. Leer la entrevista completa