Por: Isaías Quinatoa
Kichwa del pueblo Kisapincha
Agosto 16 de 2018
Los conocimientos y saberes ancestrales que poseen los pueblos y nacionalidades son transmitidos de generación en generación. Estos conocimientos, prácticas y saberes se han conservado a lo largo del tiempo principalmente por medio de la memoria oral de abuelos y abuelas, y que como una herramienta, forma parte primordial para seguir accionando la convivencia comunitaria, que es característica en las comunidades indígenas y donde los jóvenes han jugado un rol destacable en su transmisión. Pero el enigma en estos tiempos es si ¿Los jóvenes siguen cumpliendo su rol de ser transmisores de los conocimientos ancestrales? y ¿Por qué es importante su conservación?
Los pueblos originarios son portadores de un gran conocimiento y legado ancestral que abarcan una gran variedad de aspectos del conocimiento tangible e intangible tales como: comunicación, gastronomía, artesanía, medicina, agricultura, arquitectura, astronomía, vivencias, entre otros. Además son muy recelosos en cuanto a la protección de lugares sagrados, plantas, recursos naturales y conservación de ecosistemas dentro de sus territorios, los mismos que al ser transmitidos cumplen un papel fundamental en el proceso de formación de los jóvenes receptores de estos grandes conocimientos por parte de los abuelos y abuelas, a través de la convivencia comunitaria. Por ejemplo en el caso de la oralidad que se encuentra presente en diferentes momentos del día a día en la comunidad, como el hacer la chakra, cosechar, sembrar, en la tullpa (fogón) al momento de cocinar o en las mingas. Pero hay que tomar en cuenta un punto a meditar y que tal vez se tome como una presente y constante problemática, y es que muchos de los jóvenes han salido de sus comunidades por diferentes motivos personales ocasionando que en muchos casos no puedan retornar y continuar con estas prácticas ancestrales y que estos conocimientos se vayan olvidando; aunque sigan presentes en la memoria colectiva con los abuelos y abuelas, se van convirtiendo en una oralidad latente pero debilitada.
Los conocimientos, prácticas y saberes, son parte esencial de la identidad, de los pueblos y nacionalidades, pues aportan con un principio fundamental de sus prácticas, que es la correlación de respeto hacia la Pachamama, y que como individuos nos convierte en guardianes de esta herencia milenaria, que nuestros abuelos y abuelas nos encargan para que nuestros ancestros estén siempre presentes en todas las actividades que desarrollamos.
Frente a todo este enfoque, hay que subrayar el papel que muchos jóvenes dentro de las urbes y en las comunidades han tomado frente a esta preocupación y que ha generando la necesidad de la búsqueda de diferentes herramientas como la memoria oral, para fortalecer su rol de transmisores y receptores, pues tenemos el gran trabajo y la satisfacción de revitalizar, fortalecer y transmitir los conocimientos para hacer un llamado a la conciencia de los jóvenes, convirtiendo el retorno en un símbolo de responsabilidad y cariño al seguir con cada una de nuestras prácticas milenarias, para que no se conviertan simplemente en un mero discurso, sino en una práctica sentida y de reciprocidad a nuestros pueblos.