Por: Verónica Yuquilema Yupangui
Kichwa de la Nación Puruhá
19 de febrero de 2018
Allpamamata kuyapashun, allpamamaman tikrapashun… Prestigiemos el campo, volvamos a la Allpamama
Warmi – karikuna, wamra kuitsakunapash, yachana wasiman rishpapash ñukanchik allpamamata ama kunkashunchik, ashtawanpash punchanta sisachishpa rina kanchik shinallatak ñukanchik tayta mamakunapak yachashkakunata ashtawan sinchiyachishun. Mishukunapak mana alli yuyaykunata sakishpa ñukanchik runa kawsayta hatunyachipashun. ¡Kuyapashunchik!
La mayoría de los pueblos kichwa han tenido como fuente de subsistencia la agricultura y la ganadería. Chimborazo sigue siendo una provincia eminentemente agrícola, por fortuna, aún consigue sostener los estómagos y corazones de las familias en las grandes ciudades del Ecuador.
Sin embargo, también es notorio que los jóvenes de este tiempo cada vez menos nos volcamos a mirar y sentir el campo como parte de nuestra vida como runakuna. Es paradójico, pero, la realidad es que las tierras por las que tanto lucharon y murieron nuestros padres y abuelos-abuelas ahora mismo se encuentran totalmente desiertas.
¿Qué está pasando? Son varias las respuestas a esta interrogante, en esta corta reflexión, tan solo voy a esbozar una posible explicación de esta situación que está sucediendo con una parte de la generación runa millenial.
La educación nos ha abierto diversas posibilidades de desarrollo profesional, como bien mencionaba Sumak Bastidas en un artículo anterior, tenemos desde abogados-abogadas hasta ingenieros-ingenieras en mecatrónica. Pero, también me parece importante analizar el tipo de educación del que hemos sido beneficiarios.
Para nadie es desconocido que tanto la educación como cualquier otro componente responde a políticas mundiales de un sistema dominante, de ahí, que las organizaciones runa hayan luchado fervientemente por el Sistema de Educación Intercultural Bilingüe en la década de los 80 del siglo pasado, porque en su criterio era necesario una educación con pertenencia y pertinencia cultural e identitaria que permita fortalecer los conocimientos, saberes y prácticas existentes en los propios pueblos y a partir de ello, conocer y aprender de otras culturas.
Los y las que no conseguimos acceder a una educación bilingüe e intercultural y accedimos a la educación que ofrecen en las ciudades, recibimos el tipo de educación alejada de nuestra realidad cultural y apegada a la lógica de vida basada predominantemente del individualismo, el consumismo, el desarrollismo y el desprestigio de los conocimientos de nuestrxs abuelxs.
“Yo por algo estudié” decimos quienes ya ostentamos un título académico para desentendernos de la vida del campo, para justificar nuestra ignorancia y rechazo a los conocimientos que los abuelos tienen para sus labores en y con la tierra. Lo decimos, creo yo, para decir que el título nos hace mejores y más “desarrollados” que uno que vive en el campo, y que tomar un azadón y botas minimiza nuestras capacidades profesionales.
Infelizmente, no conseguimos o no queremos darnos cuenta que pensando y actuando de ese modo, lo único que hacemos es dar continuidad al sistemático proceso de desprestigio y alienación al que fuimos condenados por el sistema de educación dominante.
Desprestigiar la tierra, el campo y a sus agricultores es continuar con el proceso de colonización implantado; prestigiarlo, por el contrario, es ir tejiendo un mundo mejor para todos y todas. ¡Ushanchikmi!
Prestigiemos el campo, volvamos a la Allpamama, artículo de Verónica Yuquilema, en #Chushik, programa radial intercultural de Pichincha Universal 95.3 FM y 94.5 FM. 19-02-2018
https://soundcloud.com/user-953423467/articulo-prestigiemos-el-campo-volvamos-a-la-allpamama