Por: Verónica Yuquilema Yupangui
Kichwa de la Nación Puruhá. Abogada
28 de junio de 2018
Cambiemos el chip este mundo: Empecemos combatiendo el racismo en lxs wawakuna
Ya lo han dicho los psicólogos y pedagogos: los primeros años de una persona son definitivos para su vida. Y sí, son definitivos.
Hace pocos meses atrás, mi familia y yo asistíamos al “Desfile de la Alegría” en la ciudad bonita, Riobamba – luego de más de diez años de no hacerlo- teníamos delante nuestro un niño de aproximadamente 5 o 6 años junto a su madre, ambos mestizos.
Danzas folclóricas iban y venían, hasta que le tocó el turno a un grupo de jóvenes que bailaban y vestían atuendos haciendo referencia a la nacionalidad shuar de la amazonía. Nosotros disfrutábamos de su baile, hasta que escuchamos a este wawa decir: “Mira mamá, esos INDIOS”.
Mi madre giró su cabeza de inmediato hacia el niño y acto seguido a su madre para interpelar a la necesidad de educar a su hijo: “El niño reproduce lo que en la familia se dice”, enfatizó mi madre. Mi hermano, padre y yo, simplemente le dijimos al wawa: “No, ellos representan a la nacionalidad shuar no se llaman indios”.
“El niño reproduce lo que en la familia se dice”, fue el argumento que mi madre usó para reclamar a la madre, profesora y directora de la Escuela “11 de Noviembre” –ubicada en la misma ciudad bonita- por haber discriminado a su hija años atrás. No lo recuerdo, pero mi madre cuenta, que cuando tenía apenas 5 años llegué a casa llorando y reclamando a mi madre, el motivo por el que no usaba la misma vestimenta que el resto de niñas y fue entonces que ella supo que una niña me había gritado: ¡INDIA sucia!
Estas violencias fruto del racismo son sembrados en las mentes y corazones desde que somos wawakuna, seamos runa, mestizos o afroecuatorianos; justamente en esos años que son vitales para la formación de la personalidad, de la autoestima de un ser humano.
Son sembrados cuando lxs wawakuna desconocen lo que es el racismo, pero se convierten en marcas que perduran a lo largo de los años y el resultado es reproducir adultos racistas, excluyente, inseguros, con baja autoestima, dependiendo el caso; sanar las huellas de racismo sentidos y vividos en la infancia es un proceso largo, doloroso y difícil.
Estos dos hechos no son aislados, aunque entre ellos disten más de dos décadas, son acontecimientos que reflejan lo que se continúa reproduciendo en los hogares de las familias ecuatorianas y en la mayoría de los casos, son invisibilizados dentro de los establecimientos educativos.
Ésta sigue siendo parte de nuestra realidad y por ello es necesario insistir y no claudicar en la necesidad de descolonizar (nos) y este camino nace en los hogares, en las conversaciones cotidianas entre padres y madres, entre padres/madres e hijxs; en los programas de televisión que los wawakuna asisten; en las escuelas, con profesores conscientes, que visibilizan y confrontan el racismo en las aulas.
Mientras las niñas y niños no consigan la libertad de ser runakuna o afroecuatorianos en las calles, en las escuelas o en los medios de comunicación, es nuestro deber visibilizar y luchar contra los micro y macro racismos como problema social y estructural de la sociedad ecuatoriana y no únicamente como la falta de amor propio y autoestima de esta parte de la población.
Y también es necesario que juntemos las manos todas y todos para sembrar/criar wawakuna y por ende adultos respetuosos de la diferencia y de la diversidad, amorosxs, segurxs de sí mismxs, libres del racismo. ¡Cambiemos el chip este mundo!
- wawakuna: niño, niña
Cambiemos el chip este mundo: Empecemos combatiendo el racismo en lxs wawakuna, artículo de Verónica Yuquilema Yupanqui. Lea y escuche en Riksinakuy (https://atomic-temporary-17868035.wpcomstaging.com). 28 de junio de 2018