Andrés Quindi Pichasaca
Kichwa del Pueblo Cañari, MSc. en Interculturalidad y Gestión
Septiembre 21 de 2018
El civismo y las prácticas educativas inadecuadas versus elementos culturales y la formación integral de los estudiantes.
Si ponemos atención en las unidades educativas de nuestras comunas, aún persiste la aplicación de normas, reglas y prácticas de civismo establecidos por el sistema educativo nacional, que se apartan de la realidad cultural de cada cultura. Estas prácticas aparentan brindar una buena formación de los estudiantes, pero en el fondo existen manifestaciones ocultas que distorsionan el verdadero fomento cultural y el desarrollo integral.
La utilización de los uniformes generaliza a las personas a vestirse de manera monótona, estos uniformes son muy ajenos a la vestimenta auténtica que contiene formas, colores signos y símbolos con un amplio significado semiótico, esta imposición provoca el olvido paulatino de su propia vestimenta que es un elemento identitario muy importante para cada cultura.
En el cronograma escolar existen diversos programas cívicos, que se desarrollan especialmente los días lunes y en otras fechas de conmemoración nacional; donde se practica la formación rígida, controlado por los superiores. Esto produce cansancio, malestar y sumisión en los estudiantes. Para el ingreso a las clases todavía se practican ejercicios físicos repetitivos e improvisados que no contribuyen en lo absoluto en la formación de las personas.
Por otra parte, centrado en el modelo pedagógico tradicional, aún se da importancia a la situación cognitiva del estudiante, los trabajos y exámenes son instrumentos que revelan el resultado de conocimientos adquiridos. Las famosas notas son elementos que permiten seleccionar, estimular y premiar a los “mejores estudiantes”, mientras que la gran mayoría es ubicada en un plano inferior y discriminatorio. Así es como se elige a los abanderados, portaestandartes y escoltas, reconocidos con menciones honoríficas, mientras que los demás estudiantes se sienten humillados, inferiores, incompetentes y en ciertos casos, se vuelven rebeldes ante sus compañeros del grupo selecto. En este contexto también intervienen los padres de familia con actitudes favorables o desfavorables. Esta realidad les desmotiva a muchos jóvenes para seguir los estudios posteriores.
Para una transformación y cambio educativo y la formación integral de las personas especialmente en los centros educativos interculturales bilingües se sugiere:
Fomentar la utilización de la vestimenta propia de cada cultura, que guarda su verdadero valor y significado de color, forma, procesos de confección y los materiales con los que se realiza. Se debe tomar muy en cuenta en el área de Tecnologías Productivas, donde faculta desarrollar la teoría y práctica artesanal y la utilización de la materia prima del medio.
Una persona para que participe consciente y voluntariamente en los actos cívicos y culturales, debe estar cómoda, estos programas deben ser programados conjuntamente con los estudiantes de acuerdo a sus intereses y tomando en cuenta el tiempo, el espacio y demás factores que inciden en el desarrollo de los eventos. Los instrumentos formalizadores como la campana, el pito, la sirena, utilizados en las formaciones y luego para ingresar a las aulas, sólo mecanizan el cerebro, por lo que, deben ser remplazados por actuaciones propias y conscientes de los mismos estudiantes. Esto generará valores de responsabilidad y puntualidad. En vez de los ejercicios físicos de las formaciones se debe reconsiderar las actividades lúdicas: juegos populares, rondas, danzas, etc. programadas y ejecutadas en momentos oportunos.
En lo referente a los conocimientos, cada estudiante tiene una inclinación hacia una determinada disciplina de estudio, por lo tanto, se debe tomar muy en cuenta las diferencias individuales y la capacidad creativa en cada componente disciplinario, respondiendo a los componentes de formación y desarrollo humano andino: Yuyay, Munay, Ruray. Desde esta perspectiva un ser humano será apto para diferentes ramas y se sentirá mayor seguridad en su formación profesional.
Solamente cambiando las actitudes y poniendo en práctica las actividades que fomentan valores intelectuales, afectivos, espirituales y socioculturales se podrá hablar de una formación integral.