Por: Ollantay Itzamná
Quechua, Cuzco-Perú
Septiembre 19 de 2018
Hace unos días atrás, en la ciudad de Guatemala, presencié una asamblea de movimiento indígena y sociedad civil, convocada por el movimiento indígena campesino Comité de Desarrollo Campesino (CODECA).
El objetivo era socializar y definir acciones colectivas coordinadas en la coyuntura de crisis estatal que vive el país, con miras a acelerar el proceso de asamblea constituyente popular y plurinacional para fundar un Estado plurinacional.[1]
Participaron estudiantes, activistas de ONG, representantes de organizaciones indígenas y campesinas, y personas independientes inquietas por la coyuntura nacional.
CODECA anunció su actividad planificada de protesta nacional con miras a acelerar el proceso constituyente plurinacional que vienen impulsando desde las comunidades, e invitó a sumarse a los presentes a la misma. Los estudiantes de la Universidad San Carlos, de igual modo.
Pero, lo que sorprendió fue que un reconocido dirigente indígena de una histórica organización campesina del país (ahora desmovilizada a falta de fondos de cooperación) expresó su oposición a la propuesta de un proceso de asamblea constituyente popular y plurinacional. Es más, no dijo nada concreto sobre su participación en las posteriores acciones colectivas en la coyuntura nacional.
Eso sí, él y sus “ex consultores” intentaron reorientar las perspectivas de indígenas y campesinos conscientes (convocantes de la asamblea) hacia activismos coyunturalistas para agenciarse de fondos de la disminuida cooperación internacional.
Al referido dirigente, en 2016, como en otras oportunidades, se le escuchó arrancar aplausos con su discurso relativo al Estado Plurinacional en el Museo de la Universidad de San Carlos, junto a oradores académicos y de la cooperación internacional.
Es más, la organización que dirige el referido indígena, en plataforma con otras organizaciones, ejecutó un proyecto financiado por PNUD justamente sobre propuesta de Asamblea Constituyente Plurinacional para Guatemala en años recientes. Lo tienen publicado el documento.[2]
¿Cómo explicar este doble discurso del reconocido dirigente indígena?
Síndrome del indio oportunista. El indio oportunista es aquel hermano indígena que, por su complejo de inferioridad, e hijo de sus circunstancias (como diría Ortega y Gasset), aprendió a surfear sobre las olas de los movimientos indígenas y campesinos, capitalizando todos los beneficios para él. El indio oportunista, en el fondo, no busca ningún tipo de cambios estructurales para sus hermanos.
El indio oportunista puede desayunar con un gobierno neoliberal, almorzar con un presidente de izquierda, y cenar con sus hermanos indígenas en algún hotel (porque ya no vive en su comunidad). Y, para los tres auditorios maneja discursos e indumentarias diametralmente diferentes entre sí.[3]
Síndrome del indio protagonista. El indio protagonista es astuto. Está en todas las charlas y conferencias, sobre todo si se trata de eventos internacionales. Se aprende de memoria y le gusta repetir saludos o frases en el idioma indígena para llamar la atención. Le incomoda que otros hermanos indígenas brillen con luz propia.
Para el indio protagonista nada de lo que no diga o decida él tiene valor. Acapara casi todas las conferencias de prensa. Su “salud mental” depende de las veces que pueda aparecer su fotografía o nombre en los noticiarios. Él, y sólo él, es el interlocutor cualificado para hablar o analizar la situación de los pueblos indígenas.
Ninguna asamblea es válida si no es convocada o dirigida por él. Ninguna acción colectiva es válida si no es coordinada por él. No hay asamblea legítima si él no está sentado en la testera principal.
Síndrome del indio victimista. El indio oportunista y protagonista capitaliza hasta más no poder su condición de “vencido” o víctima, ante la cooperación internacional y ante los estados. Lo hace porque necesita proveerse de fondos para ejecutar proyectos, y así emplear y mantener la lealtad de su séquito de consultores.
Al indio victimista lo que menos le importa es atacar o cambiar las raíces del mal que padece su pueblo. Si lo hace, se le acaba el “negocio” a él y a su cohorte de consultores leales. Por eso sus proyectos de desarrollo siempre serán proyectos paternalistas, nada que impulse procesos emancipatorios de los pueblos.
El indio victimista es un efectivo somnífero (doctrinero) para su pueblo despojado. Por eso es prohijado por la cooperación internacional, especialmente por aquella cooperación paternalista que intenta controlar el inevitable despertar de los pueblos saqueados.
El indio victimista, como dé lugar, busca evitar que sus hermanos “víctimas” se constituyan en sujetos, arquitectos de su destino libertario. Por eso tiene miedo que la propuesta de procesos constituyentes plurinacionales, en países con indígenas colonizados, se haga realidad.
Pero, la Pachamama y el espíritu creativo de nuestros abuelos/as son tan infalibles en los procesos libertarios de nuestros pueblos que al final siempre terminan sepultando a nuestros hermanos habitados por estos y otros síndromes.
[1] Véase, https://prensabolivariana.files.wordpress.com/2016/03/propuesta-codeca-guatemala-proceso-asamblea-constituyente.pdf
[2] Véase, http://www.gt.undp.org/content/dam/guatemala/docs/publications/undp_gt_iximulew.pdf
[3] Véase, http://www.elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/2059-el-indio-oportunista
Ollantay Itzamná
Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos
https://ollantayitzamna.wordpress.com/
@JubenalQ
Muy de acuerdo, más que todo en este fragmento mucho que analizar y reflexionar en cada uno de los contextos de los pueblos y nacionalidades milenarias. «Síndrome del indio oportunista. El indio oportunista es aquel hermano indígena que, por su complejo de inferioridad, e hijo de sus circunstancias (como diría Ortega y Gasset), aprendió a surfear sobre las olas de los movimientos indígenas y campesinos, capitalizando todos los beneficios para él. El indio oportunista, en el fondo, no busca ningún tipo de cambios estructurales para sus hermanos»
Considero, debe hacerse un evento regional (con distancia de lo asistencial y paternal) de análisis para caracterizar, diferenciar y no ser el reflejo de lo cuestionado en el texto, al generalizar. La simbología de la lucha indígena, mestiza y de las DIVERSIDSDES por la vida, la tierra el territorio y su cultura original; puede estar, inocentemente deslegitimada. Esto no conviene.