Por Andrés Quindi Pichasaca, Kichwa del pueblo Cañari
12 de junio de 2018
En tiempos pasados hubo una familia alegre compuesta de padre, madre y dos hijas, de pronto la madre de las dos hijas se sintió un quebrantamiento de salud, situación que obligó a su marido a preparar un brebaje para aliviar el dolor; al ver que no sentía mejoría, inmediatamente llevó donde un yachak, quién tampoco pudo curarle; finalmente ocurrió el lamentable deceso de aquella mujer que dejó en la orfandad a dos tiernas hijas.
El padre y sus hijas desde el día de fallecimiento del ser querido empezaron a llevar una vida muy triste ya que no había quien cuide y proteja. Al ver la situación angustiosa, vio la necesidad de juntarse con otra mujer para que se encargue de los dos seres; mientras él ejercía la actividad comercial de intercambio que consistía en recorrer lugares distantes y regresar ocasionalmente al hogar; esta situación limitaba conocer la real convivencia de su esposa e hijas.
Mientras la mujer al pasar sola en la casa, a las dos niñas tenía en cautiverio dentro de un cántaro grande, para calmar el hambre esparcía machka. Una mañana cuando la madrastra quitó la cubierta, los dos seres convertidos en aves, rápidamente alzaron el vuelo y se escaparon del lugar emitiendo el trino de “cuibibi, cuibibi”. (Literatura oral narrada por mi madre, inicialmente escrito en kichwa, en esta ocasión interpretado en español)
Según el pensamiento cosmovisivo oral de los cañaris, desde aquel acontecimiento se registra la existencia de las dos aves misteriosas que su trino onomatopéyico le permite otorgar la denominación de CUIBIBI (Chorlito Dorado Americano, Plusvialis dominica).
El hábitat vivencial de estas aves misteriosas se desconoce, para algunos, viven en las orillas del Océano Pacífico; mientras que para otros su existencia se sitúa en lugares muy lejanos. La verdad es que llegan en los meses de agosto, septiembre y octubre, tiempo en el cual se escucha claramente su trinar en la mañana, tarde y noche. Para la población kichwa cañari estas aves son enviadas por Pachakamak y traen el mensaje divino del retorno de un nuevo ciclo agrícola ritual andino y la época de siembra de cereales y tubérculos, especialmente el maíz.
En la oralidad de la población se escucha que existe un par de aves como se narra en el mito y son invisibles; mientras que, otras personas otorgan su testimonio de haber escuchado el trinar de muchas aves y encontrar vivas o muertas en las partes altas. Estas aves migratorias anualmente llegan en gran cantidad a la laguna sagrada de Ozogoche situada en la provincia de Chimborazo y en las aguas frías se sacrifican su existencia.
En memoria de estas aves, se ha recreado canciones que son entonadas especialmente en “Lalay Raymi” (fiesta que se celebraba originalmente en la primera semana del mes de febrero, pero actualmente se acomoda al calendario gregoriano, además confundido con el Pawkar Raymi del mes de marzo), en el contenido se narra de dos hermanas cuibibis que vienen de un lugar muy distante luego de cruzar el mar y las montañas y que llegan para anunciar el tiempo de la siembra.
A continuación se realiza la interpretación y análisis comparativo del mito del cuibibi y las guacamayas considerado como el mito de origen de los Cañaris.
En ambos mitos se habla de dos aves sagradas con características exclusivamente femeninas. En el mito de las guacamayas, las dos hermanas llegaron al refugio de los dos cañaris que se salvaron del gran diluvio para dotar de alimentos y bebida, quienes eran enviadas por el Ser Superior. Igualmente, en el mito de las cuibibis se refiere a dos aves hermanas enviadas por un Superior, que llegan al territorio cañari para recordar a sus habitantes que el tiempo de la siembra ha llegado. La diferencia entre estos dos mitos, se denota claramente que las guacamayas proporcionan la comida preparada, mientras que las cuibibis a través del anuncio, permiten a las personas se doten de productos mediante su propio esfuerzo.
Un aspecto fundamental del mito de las guacamayas corresponde a una acción de tiempos inmemoriales y no hay rastro alguno que demuestre evidencias y la existencia de las aves en nuestro territorio; mientas que las cuibibis retornan cada año en los meses de agosto, septiembre y octubre.
Finalmente, la tradición oral referente a las cuibibis está presente en la memoria colectiva de la población cañari, mientras que la de las guacamayas han surgido a través de los cronistas de origen católico y que nuestros mayores desconocen, ya que no se ha escuchado narrar a ellos en ninguna comuna.
Esta situación ha causado una profunda curiosidad y pensar que a lo mejor no serán las mismas cuibibis que actuaron en el tiempo del gran diluvio para salvar a los dos hermanos cañaris Cusicayo y Ataurupagui? Esta incógnita les dejo a todos los lectores para que analicen y saquen su propia conclusión.