Por: Walter Carrillo Darquea
Gestor Cultural, Músico
Septiembre 12 de 2018
De acuerdo con Luis Macas, dirigente e intelectual indígena, la sociedad colonial convirtió a este sector en mano de obra gratuita ya que les impuso normas ajenas a su cosmovisión e impidió su desarrollo. El asesinato a dirigentes junto al despojo de tierras y ocultamiento de la cultura fueron mecanismos usados para ejercer el control sobre la vida de los pueblos indígenas. Igualmente, en la República se instauraron diversas formas de opresión, explotación, crimen y racismo. En la actualidad, la población indígena continúa viviendo en condiciones de miseria, desnutrición, desempleo y escases de tierras. Las políticas del Estado no dan soluciones estructurales al problema indígena y la reforma agraria de los años sesenta y setenta sólo ayudó a suprimir las formas precarias de producción que impedían el desarrollo. El problema de la tierra sigue sin resolverse (Macas, 1991: 22).
La educación indígena se ha desarrollado en este contexto del cual surge el Modelo de Sistema de Educación Intercultural Bilingüe (MOSEIB) en el año 1988. Fue una respuesta del movimiento indígena a la necesidad de promover la revaloración de las culturas y lenguas, hacer una educación que parta de las necesidades, intereses y aspiraciones de las diversas nacionalidades y pueblos dentro de un marco de respeto y reconocimiento a sus culturas.
En la actualidad el artículo 78 de la Ley de Educación Intercultural indica que:
El sistema de Educación Intercultural Bilingüe viabiliza el ejercicio de los derechos colectivos de las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades; se fundamenta en el carácter intercultural, plurinacional y plurilingüe del Estado, en concordancia con sus políticas públicas y los tratados e instrumentos internacionales. Tiene por objetivo aplicar, desarrollar y promover las políticas públicas de Educación Intercultural Bilingüe con la participación comunitaria y los actores sociales que incluye a los gobiernos escolares comunitarios, para garantizar el buen vivir en el Estado plurinacional…(Artículo 78 de Ley Orgánica Intercultural año 2008). |
Estos enunciados constituyen un avance importante en la construcción del Estado Plurinacional e Intercultural propuesto en la Constitución de la República. Sin embargo, el Sistema de Educación Intercultural Bilingüe pese a constituir una respuesta teórica al problema educativo indígena no ha logrado incidir sustancialmente en la transformación de la realidad descrita por Macas.
Al respecto Milton Luna del Contrato Social por la Educación recoge lo siguientes datos:
El 40% de profesores son monolingües; los padres de familia indígena prefieren el sistema hispano público o privado; el tiempo promedio de escolaridad indígena es de 2,4 años, en comparación de los 7,6 años del país; del 87% que se educan en la primaria, apenas el 26% alcanza el nivel secundario y solo el 3,5% el nivel universitario; otro indicador es la pérdida de lenguas nativas en las nuevas generaciones, el 30% de niños y niñas indígenas han perdido su lengua nativa; el 77% de niños indígenas viven en hogares con un ingreso inferior a 2 dólares diarios (Luna, 2009: 208). |
Los datos descritos indican que no es suficiente hablar de interculturalidad en la educación atendiendo solamente a los problemas del currículo, de la formación docente, de la apertura de más instituciones o cambiando la legislatura educativa sino considerando la diversidad como parte de los derechos humanos. Es por ello que se debe demandar una política pública que trascienda el rol del Estado tal como se ha venido desarrollando; así, los niveles de inversión pública y de cualificación del gasto deben ir dirigidos hacia los sectores que tradicional e históricamente han sido marginados, como son los pueblos y nacionalidades indígenas.
Por su lado, Mariano Morocho supervisor nacional de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en el año 2008, planteaba que los desafíos para la EIB son que los pueblos y nacionalidades dirijan desde el Estado su fortalecimiento e implementen el uso de la lengua en todo proceso pedagógico y social con el propósito de mejorar la autoestima, formar maestros interculturales bilingües, generar un respeto a nivel técnico pedagógico, lograr que las políticas de EIB sean políticas de Estado y que los marcos jurídicos permitan la autonomía y gobernabilidad de los sistemas de EIB, convirtiendo a la EIB en una expresión de amor y convicción (Morocho, 2009: 117-118).
Para Morocho, el Estado es el lugar para fortalecer la EIB pero la historia de la EIB y del movimiento indígena muestran las afectaciones, muchas veces violentas, que han surgido de la relación entre Estado y movimiento indígena. En esto se pone en juego nuevamente el problema de la alteridad “pues mientras más nos encerremos en nuestras propias identidades y en nuestras reivindicaciones particulares, el sentido global del poder queda sin ser cuestionado” (Guerrero; 2007: 56). En esas condiciones es muy difícil fortalecer la EIB ya que los márgenes de acción son limitados. A pesar de aquello, la apuesta de algunos intelectuales y líderes indígenas continúa en el Estado.
Estas posiciones esconden una concepción de diversidad de carácter instrumentalista y funcionalista; es decir, se acepta la diversidad para cumplir con determinados objetivos políticos[1] y no como una necesidad de la humanidad de liberarse de la uniformización y homogenización. Esta concepción de diversidad está presente en la sociedad y en la legislación, se aceptan las diferencias y se niega la homogeneización siempre y cuando esas mismas diferencias y diversidades locales no obstaculicen determinado proyecto político de carácter nacional y sean funcionales al sistema vigente.
Por otro lado, son las mismas luchas sociales de los diferentes las que constituyen un obstáculo para las políticas de la diversidad y la diferencia. Si por un lado se acepta la existencia de la diversidad, por otro se la niega el momento en que los diferentes plantean sus reivindicaciones; lo que demuestra el carácter instrumental de las políticas multiculturales de la diversidad diseñadas desde el Estado.
[1]La Constitución de la República de varios países reconoce el carácter plurinacional e intercultural de sus respectivos pueblos. Sin embargo no se han creado condiciones de interculturalidad verdaderas. Los conflictos culturales y étnicos están siempre presentes.