Por: Kuyllur Escola Chachalo
Kichwa Karanki-Cayambi
Septiembre 11 de 2018
Para los pueblos originarios los símbolos son saberes y pueden ser revelados o interpretados de mejor manera por los ancianos o yayas, yachak o sabios. A través de ellos se convierten y ellos mismos se transforman en referentes gracias a su sabiduría aportando así a la construcción del sentido de cada una de sus culturas.
En la creación del conocimiento, entre la tierra, la naturaleza como fuente de vida, los sabios y el ser humano, se cree entonces que este saber heredado desde los ancestros al runa (ser humano) genera el Sumak Kawsay, que se refiere al buen vivir, para lo que es necesario entrelazar el sentir, el pensar, el decir y el hacer, ahí está el secreto del buen vivir. Sin embargo el sinchi o fuerza principal para vivir en armonía y equilibro, está en el corazón, es decir corazonando, eso que realmente nos está faltando en la actualidad. El corazonar se constituye así en una contrapropuesta a las epistemologías dominantes que se sustentan en un modelo civilizatorio que tiene como base el desarrollo evolucionista unilineal, y que instituyó la civilización occidental como la cúspide de la evolución racional, cultural e histórica, y en nombre de ello, rechazar la tradición como expresión de atraso y primitividad de los pueblos originarios.
Para los pueblos originarios, el saber se sustenta en el poder de una raíz de ancestralidad que no se queda anclada en el pasado, sino que muestra su contemporaneidad, la tradición es una fuerza que viniendo de atrás del tiempo, se revitaliza permanentemente, por ello el poder que aún tiene la palabra de los mayores, de los antiguos, de los abuelos, los ancianos, como referentes de la memoria, como depositarios de la sabiduría. La memoria, no es un depósito de cosas que vienen del pasado, sino que es una construcción social que hace referencia a todo el acumulado social de la existencia de un pueblo, que es lo que le ha permitido construirse como tal; de ahí la importancia en las “sabidurías otras” de la memoria colectiva y de la tradición, pues desde la revitalización de la ancestralidad, de la tradición y la memoria, los pueblos sometidos a la dominación han construido históricamente referentes de sentido para vivir el presente e imaginar el futuro, pues la memoria es raíz de la sabiduría y se manifiesta en nuestros símbolos que a su vez son cuerpo y palabra; física y espiritual.