Por: Ángel Medina
Kichwa del pueblo Saraguro
Septiembre 5 de 2018
Actualmente las comunidades indígenas mantienen relaciones colectivas para administrar su vida organizativa, económica, política. La matriz milenaria de esta forma de organización constituye los ayllus, en la actualidad la minka y la reciprocidad serían instituciones pre – incas que dan cuenta de aquello. Sin embargo, en el quehacer diario organizativo encontramos formas de relación que corresponden al sistema democrático representativo occidental. En tal sentido, dentro de la comunidad perviven los dos sistemas de participación, evidentemente con dificultades de efectivización porque la democracia occidental es ajena a las entrañas comunitarias, mientras que las manifestaciones orgánicas del ayllu están desapareciendo debido a diferentes conflictos que reflejan la pérdida de identidad cultural y política.
La plurinacionalidad es una condición político-juridico pilar fundamental para fortalecer las formas de participación organizativas de los pueblos y nacionalidades. Los amplios procesos de deliberación, en espacios como las asambleas comunitarias, sobre temas que preocupan a la colectividad, procuran la toma de decisiones de forma colectiva, característica fundamental de estas formas de ejercicio organizativo. La decisión por votación mayoritaria es una práctica democrática de raíz europea que actualmente se ha implementado de forma más decidida por las dirigencias actuales, situación que pone en evidencia el debilitamiento de las formas de organización y ejercicio de autoridad que se practicaba por los mamakuna y taytakuna, referentes del liderazgo comunitario ancestral, cuyo pensamiento de bien común actualmente pierde vigencia por el debilitamiento de las prácticas de identidad comunitaria en las generaciones contemporáneas de liderazgos.
Mantener en vigencia las formas de organización y de autoridad culturales en la actualidad, sin duda es un desafío para el Estado y los mismos pueblos y nacionalidades, sin embargo, existen las garantías constitucionales al reconocer al Estado con el carácter plurinacional, por ello es importante, que los actuales actores políticos del movimiento indígena desistan, analicen el interés individual, la ambición del poder político que campea en las canchas del poder, porque lamentablemente hacen el servicio en buena medida para que la derecha pueda venderse en las comunidades, convenciendo con estos mismos compañeros indígenas y con el discurso acuñado con la palabra CAMBIO a cambio del voto, perdiendo su sensibilidad a la memoria y al sentimiento runa.
Vale recordar lo que dicen nuestros compañeros del grupo Ñanda Mañachi en la canción, La gran marcha, grabado en el año 1982: “(…) los señores discuten sobre nuestra suerte/los antropólogos nos buscan las muelas del abuelo/los sociólogos fotografían nuestras chozas/los economistas suman nuestras carencias/los políticos formulan planes redentores…/mas Juan sigue sin tierra…/Alfonso dice mierda y le fusilan…/En fin, pero los rótulos y las siglas no alimentan…/ De qué nos sirve cuando la santa iglesia/Que lava con champagne los pies del Nazareno/sabe que somos pecadores inferiores al puerco”. Como dice la sabiduría de esta poesía (manifiesto político) los pueblos indígenas hacemos una crítica al sistema dominante, en procura de alcanzar condiciones equitativas de bienestar para toda la población ecuatoriana. Me pregunto ¿De esa fecha (1982) acá, cuánto ha beneficado a los pueblos indígenas el ejercicio político de los indígenas y del sistema democrático representativo? Probablemente la respuesta la conocemos y nos la dice a viva voz la canción anteriormente citada.
La participación de los pueblos indígenas en esta democracia representativa ha tenido sus limitaciones y al ser partícipes del mismo, el desmoronamiento político identitario indígena es un pronóstico no tan difícil de avisorar, en el cual, los jóvenes, los niños y niñas de las diversidades culturales son los grandes perdedores de esa visión colectiva y ejercicio de autoridad por el bien común que hace unos años se concretó en el manifieto políto del levantamiento indígena de 1990. Actualmente, no solo se aprecia la ruptura del liderazgo entre compañeros de lucha en el proceso de resistencia, sino que la división de sus organizaciones aumenta, esto es precisamente lo que busca el sistema, dividirnos y fracturarnos; basta con remitirnos a los procesos electorales pasados y ahora ya presentes en este nuevo proceso que se avecina.
Nada agradable será ver a ciertos dirigentes con “copa de champagne” (como dice la canción) junto a políticos del poder dominte. Cuidemos nuestro proceso y juntos a la resistencia.
De acuerdo con el análisis. Saludos.
Concuerdo con los criterios planteado en este documento, son aspectos muy interesantes para enriquecer nuestros conocimientos…