Por: Wilson Pucha Ronquillo
Con estudios de Sociología
Foto portada: Diario El Universo
Fecha: Octubre 04 de 2020
Después de la conquista española, los gobiernos de nuestras Repúblicas «independientes» erigieron monumentos en «honor» a los conquistadores, como para recordarnos quiénes eran los vencedores, como vigilantes en caso de que intentemos levantarnos.
Con el pretexto de patrimonios culturales, se han mantenido y se mantienen por años estos mamotretos. Pero como dice el refrán, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, y empujados por la ira, la bronca, la memoria, la dignidad, los pueblos vamos destruyendo estos símbolos del poder.
Hace unos días esa dignidad se hizo presente, se hizo efectiva cuando al suroccidente de Colombia, el pueblo Misak derribó la estatua del conquistador Sebastián de Benalcázar, ubicada en el morro de Tulcán en Popayán, Cauca, como protesta a los atropellos y crímenes por parte del gobierno de ese país hermano, pero comprendiendo también que nuestra lucha también se da en el plano de lo simbólico.
No sólo en Colombia han sucedido estos hechos de coraje, también lo hacen en otros países como Estados Unidos o España, es decir, donde los pueblos buscan justicia. Claro, para los representantes del poder, esto es vandalismo, odio, provocación sinrazón, «indios vagos», «subversivos» «vándalos», «guerrilleros», «izquierda infantil», cualquier infamia para justificar su represión y asesinatos.
Todo esto tiene sentido, si es que dichos argumentos vienen desde los que ostentan los privilegios del poder, desde sus herederos o representantes actuales. Lo inconcebible, es cómo dentro de las mismas comunidades indígenas y populares hay personas que defienden al opresor, que están dispuestos a poner el pecho por los que les engañaron, persiguieron y saquearon su riqueza. Creo que estos comportamientos deben ser estudiados desde la Psicología o Psiquiatría.
Me asusta porque mientras en otros lugares la gente con dignidad está derribando los símbolos de la opresión, en nuestro país, la gente acude al Consejo Nacional Electoral (CNE), a defender, a pelear para que vuelvan los prófugos y lo dejen gobernar. Qué vergüenza, horror. Desde luego que habrá mucha gente pagada que es arrastrada a dicha institución, habrán otros fanáticos también, y quizá con el tiempo quieran levantar una estatua a éstos impostores, pero las personas que tenemos memoria, no podemos callar y habrá que seguir denunciando la corrupción y lo que significó este gobierno y el reciente para el país y en particular para el pueblo indígena.
Decir que vuelvan los prófugos es como que estuviéramos pidiendo que vengan otra vez los españoles a saquear y asesinar a nuestra gente, es como que una niña que ha sido violada, humillada, golpeada esté pidiendo a gritos que vuelva su violador. Así no se puede construir otro país, o por lo menos es más difícil. En fin «La tragedia del esclavo es que ama la mano de su verdugo».
Amigo no solo erigieron monumentos a los invasores, crearon EU para que jamás Abya Yala sea libre. Lo esencial para descolonizarnos, entonces, será abolir ese imperio, tarea nada fácil, tomando en consideración que su principal actividad es la guerra y los negocios en torno a ella: energía, armas, drogas y mucho, mucho, pero mucho capital ……