Por: Inti Cartuche Vacacela
Kichwa, Saraguro. Sociólogo
Foto portada: Memorias del Paro 2019
Octubre 5 de 2020
«..que los indígenas satisfagan un impuesto o una contribución personal, no sólo es bueno y ventajoso al Estado sino a ellos mismos y a la agricultura. Esta no tiene otros brazos auxiliares… que los de los indígenas y ellos no trabajan sino es obligados por el pago del impuesto. Sin él, se ha experimentado ya, se entregan al ocio y a los vicios. Por estas razones es que el tributo de los indígenas ha sido siempre el ramo más fuerte y productivo de hacienda» (Gobernador de Cuenca, 22, octubre de 1828).
En el capitalismo, las empresas no producen la riqueza social, la produce el trabajo concreto, sea como trabajo asalariado, sea como trabajo autónomo, como trabajo colectivo, como trabajo reproductivo no reconocido de millones de personas alrededor del mundo y a expensas y por medio del control y destrucción de la naturaleza. El Ecuador, obviamente no es la excepción, mucho menos en tiempos del ataque neoliberal sobre el sostenimiento de la vida.
El estado ecuatoriano se ha levantado sobre los hombros de los pueblos indígenas. Con la llamada “independencia”, los tributos a los que estábamos obligados los pueblos indígenas no desaparecieron. La “Contribución Personal de Indígenas” fue fundamental para el proyecto de constitución del estado-nación ecuatoriano que querían las élites, ya que luego de las guerras de independencia se necesitaba solucionar los deficits económicos de las arcas estatales en formación. La única forma que pensaron las élites blanco mestizas masculinas de la época es ponerla sobre los hombros de los pueblos indígenas.
El tributo colonial volvía a ser implantado con un nombre diferente que trataba de sintetizar los planteamientos de igualdad del indígena, aunque en los hechos se convertía en una imposición que los segregaba nuevamente como al ‘otro’ ya que estaba dirigida únicamente a este sector de la población (Moscoso, 1991, p. 373).
A pesar de que la fundación de la república implicó formalmente un régimen de igualdad de toda la población ante las leyes, en la práctica, como bien se sabe, en la base social fueron los pueblos indígenas los que sostuvieron con su trabajo al naciente estado, y además a la iglesia.
Luego de 1857, cuando se eliminó la “Contribución Personal de Indígenas”, no es que la población indígena quedó libre de impuestos. Los indígenas pasaron a contribuir de manera fundamental como mano de obra obligatoria en la ejecución de diversas obras públicas de forma gratuita o por pago mínimo.
De ahí que, bien se podría decir que los cimientos históricos del estado nación ecuatoriano son coloniales, tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista social. La formación del estado ecuatoriano también implicó la dominación de los pueblos indígenas en tanto representados como los “otros”, como menores de edad, sin posibilidad de auto representación política.
Como indica Andrés Guerrero:
A comienzos del siglo XIX para el ‘nuevo Estado’, enfrentar el problema del tributo estaba muy lejos de ser exclusivamente una cuestión económica. Era un asunto que ponía en juego todo el sistema social, incluyendo la organización política y las distribuciones mentales que cada grupo compartía sobre lo que era la realidad. (Guerrero, 2010a, p. 26)
El advenimiento del régimen de hacienda como un sistema de dominación político económico e ideológico –administración étnica de poblaciones lo llama Guerrero– tampoco quitó las cargas económicas de los huasipungueros, estos debían trabajar para el hacendado a cambio de tierra y del pago de deudas eternas. Los pueblos indígenas atrapados en ese sistema de dominación –el hacendado como explotador económico pero muchas veces dueño también del poder político local, el teniente político como funcionario del estado, y los curas ejerciendo dominación ideológica– seguían entregando, no solamente su fuerza de trabajo, sino sus vidas completas a la hacienda.
En lo posterior, con la caída de las haciendas, los pueblos indígenas recuperaron un poco de sus tierras, la mayoría de mala calidad, y en condiciones precarias que hizo que tengan que emigrar a vender su fuerza de trabajo en las ciudades, y sumarse a la masa de población trabajadora de las fábricas o dentro de las mismas haciendas ahora convertidas en empresas agrícolas. La población indígena, junto a lxs obrerxs de las ciudades, continuó con la obligación de sostener con su trabajo y sus cuerpos la vida económica del país.
Dentro del régimen de explotación capitalista los trabajadores indígenas, obreros y campesinos, contribuyen de manera oculta a la creación de la riqueza que es apropiada privadamente por los empresarios. Y luego además pagan impuestos al estado, y si no lo hacen, también subsidian la economía del país con la agricultura familiar, el trabajo doméstico, el comercio ambulante.
Cuando el movimiento indígena ha dicho varias veces que las élites y a los gobiernos quiénes con sus trabajos y sus cuerpos sostienen la economía de este país, no solo ha hablado desde el presente, sino también desde la historia de este país. Por ello, las luchas del movimiento indígena han mostrado la estructura colonial sobre la que se ha construido el Ecuador. Estructura colonial que ha puesto a los pueblos indígenas en la base de la economía, y que ahora, ya como parte de una más amplia clase trabajadora, junto a mestizos, afrodescendientes, mujeres populares, soportan las imposiciones económicas de las élites de este país.
Contra ese estado colonial, contra el regreso de un neoliberalismo es que el levantamiento de octubre del año pasado, alzó su voz y puso los cuerpos explotados, racializados y feminizados para decir No al FMI, no a las pretensiones de las élites de querer poner nuevamente el peso de la economía y del estado sobre los pueblos indígenas, hombres y mujeres trabajadores, sobre la naturaleza.
Referencias
Guerrero, A. (2010). Curagas y tenientes políticos: La ley de la costumbre y la ley del Estado (Otavalo, 1830-1875). En Administración de poblaciones, ventriloquía y transescritura. Análisis históricos: Estudios teóricos (pp. 17-98). Lima: IEP, Quito: FLACSO-Ecuador.
Moscoso, M. (1991). La tierra: Espacio de conflicto y relación entre el Estado y la comunidad en el siglo XIX. En H. Bonilla (Ed.), Los Andes en la encrucijada. Indios, comunidades y Estado en el siglo XIX (pp. 367-390). Quito: FLACSO Ecuador – Libri Mundi.