Fue tres de marzo y el país respiraba tensión y expectativa ante el anuncio de la “Marcha Plurinacional por el Agua, la Vida y la Dignidad de los Pueblos”. Está fresca la frase de “si ellos son 4.000, nosotros seremos 40.000”, que se escuchó en la sabatina de esa semana, pero nadie se imaginó que agentes de la Unidad de Lucha contra el Crimen Organizado (ULCO) y el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) sorpresivamente apresaran a diez jóvenes en Luluncoto, a 20 minutos de Quito, quienes hasta la fecha siguen reducidos a cuatro paredes en el Centro de Detención Provisional (CDP). Es el motivo para el diálogo con Víctor Hugo Vinueza, uno de los miembros de este grupo.
– Cuál es su status aquí en el Centro de Detención Provisional
– VHV: Soy preso político, una muestra más del costo de ser diferente. En el país se habla de libertad, sin embargo junto a diez compañeros seguimos presos en una condición indigna por el tiempo de cerca de un año. No se han encontrado cargos contra nosotros, pero nos tienen aquí. Incluso ellos (la policía) no sabían que estábamos reunidos, pero nos tomaron presos sin el procedimiento legal. Pasamos más de siete horas detenidos sin saber qué pasaba con nosotros, porque tampoco nos imaginamos que atropellen nuestros derechos. Ese tiempo aprovecharon para averiguar quiénes éramos y montar inmediatamente justificativos y supuestas evidencias para acusarnos de “terrorismo y atentar contra el Estado”.
– ¿Si la policía no supo de ustedes, cómo se explica entonces de su detención?
En el lapso que nos detuvieron para justificar hacia el exterior una imagen creíble forjaron pruebas o supuestas evidencias. Nos vinculan con el Grupo de Combatientes Populares (GCP), nos acusan de subversión, pero nada de eso ha podido demostrar. La detención es a través de un compañero a quien -deducimos le hicieron el seguimiento- y se encontraron con la sorpresa de que estábamos en grupo. Hemos repetido varias veces que nosotros no tenemos nada que ver con ningún tipo de acciones irregulares. Coincidimos en la reunión entre amigos y cada uno lo hizo por igual. Nos concentramos para estudiar y analizar el postulado que el mismo gobierno señala: el Sumak Kawsay. Ahora resulta que el profundizar temas como estos y reflexionar entre amigos es “atentar contra el Estado”. Esto no es sino una señal que el gobierno dio a la movilización indígena y popular que preparaba su inicio en Zamora. Es una forma de mostrar la dureza del poder, la capacidad de sometimiento que tiene el Estado hacia sus ciudadanos. Nosotros somos víctimas de ello.
– ¿Cuál es la lectura que hacen de la vida tras las celdas?
Primero, decir con claridad que nosotros no hemos dejado de ser lo que fuimos afuera. Una vida transparente que llevamos, junto a nuestra familia, en el mundo laboral donde nos desenvolvemos porque algunos somos servidores públicos, en la vida profesional. Todos tenemos nuestra formación y nuestra práctica profesional.
Se ufana (el gobierno) de los grandes cambios que hay en el país, pero sin mayores esfuerzos basta mirar a nuestro alrededor y los problemas siguen. Aquí en la cárcel no hay respeto de los más elementales derechos. En las normas vigentes dice que por su condición de detenido provisional deben estar contados días, pero hay quienes entran y pasan meses incluso años sin que sus casos se resuelvan. Por ejemplo, había que suplicar a un guardia para ir al único baño existente en el patio de otro pabellón. ¿Y si no aparecía el guardia o si estaba de mal humor? Desde que llegamos vimos la crueldad que aquí se vive a diario. Por autogestión logramos construir un baño en este pabellón, con la ayuda de Roice, el compañero odontólogo (otro miembro del grupo), se puso en funcionamiento el dispensario que aquí hay. Lo más triste es que no dependen ni siquiera de los empleados de este Centro porque no tienen herramientas, no hay medicamentos, no hay lo básico siquiera. No hay presupuesto.
– ¿Estamos en periodo electoral, qué es lo que más hace falta para las amplias mayorías, pero que en campaña no pasan más allá de floridos discursos?
Son varios elementos de los que no se deben descuidar como la democracia, pero que posibilite la toma de decisión de amplias mayorías y particularmente de los más desfavorecidos. Esto no ocurre. Hoy se habla que la educación, la salud, los servicios más elementales están resueltos para los ecuatorianos. Todos sabemos que eso es solo mentira. Es meramente publicidad. Debe profundizarse la libertad de pensar, aquello de construir futuro donde quepan todos. La libertad de construirse como individuos desde su propia identidad, como pueblos organizados y resulta que es “atentar contra al Estado”.
PENSADORES Y LUCHADORES POR LA VIDA
– La experiencia de trabajo y la profesión de ustedes ¿en qué medida resultó útil en este espacio?
Desde pequeño crecí en un barrio popular como Chimbacalle, me vinculé a esa dinámica como líder y dirigente para pelear por las obras, por las mejoras de los servicios, entonces llegué a ser querido por muchos. Ahora ellos no se explican cómo con una vida normal y transparente tenga que estar lejos de mi trabajo (profesor universitario), de mis tres hijos, el último tiene cinco años, lejos de mi familia y sin que hasta el momento no se tengan señales de cuál va a ser nuestro futuro en cuanto a decisiones de carácter jurídico. Somos pensadores y luchadores por la vida y ese es el motivo por el que nos tienen encerrados.
Aquí lo que hemos hecho es poner a disposición nuestras ganas de vivir, que toda persona debe ser atendida en el marco de la dignidad humana. Esa conciencia fue reconocida y fui honrado con la confianza para liderar algunas comisiones como tienen también mis compañeros. Tenemos gente que conoce de leyes entonces dan charlas sobre sus derechos y mecanismos para exigir para que se defiendan. Es penoso ver que por simples trámites su situación se eternice en la cárcel. Este pabellón tiene la capacidad para 200 personas pero estamos más de 900. En cada espacio que tiene algo más de dos metros de alto, ahora para “acomodar” optaron por dividir y como ve hay tres literas donde uno sentado no puede alzar la cabeza. Habían espacios donde se ponía un pie, ahora son copados porque hacen falta más camas. Teníamos una sala donde nos reuníamos con los internos o dábamos charlas, ahora allí están ocupadas por otras camas y no hay espacio donde estar.
– ¿Qué esperan de su situación en los próximos días?
El próximo sábado 10 de diciembre tenemos una audiencia y allí esperamos tener luz a nuestra situación. Si eso no ocurre seguiremos luchando aunque hasta aquí se ha cometido una injusticia con nosotros. Hay quienes reciben visita de altas autoridades y en la tarde salen libres y vea sobre qué casos tenían como antecedentes. Es una situación dura, nos duele como seres humanos, pero no cambiaremos nuestro derecho a pensar, a ser diferentes, a ser críticos con lo que vemos, sentimos y vivimos.
* Entrevista realizada a inicios de diciembre de 2012