Por: Nelson Atupaña Chimbolema / 24-04-2018
Hemos llegado a una noción difusa de no diferenciar claramente el trabajo formativo, del trabajo infantil. Esto tiene una explicación. La transmisión cultural “Mindalae” (comerciantes) acompañada por la expansión del sistema capitalista en las comunidades kichwas de Cotacachi y Otavalo, por ejemplo, ha generado distorsiones en las prácticas familiares y comunitarias respecto al proceso de trasmisión de la práctica cultural mindalae y al trato y consideración a los niños, niñas y adolescentes, en especial cuando se los incluye en el trabajo formativo. Los problemas económicos familiares, han dado pie a que muchos menores de edad tengan que abandonar la escuela y trabajar tanto en Otavalo como en Cotacachi o desplazarse a otras ciudades, incluso migrar al exterior.
La cosmovisión de los pueblos indígenas de Otavalo y Cotacachi involucra la participación activa de niños, niñas y adolescentes en las tareas del hogar y en el trabajo de los padres y madres; este fenómeno se lo considera trabajo formativo, es decir, el “aprender haciendo” junto a los maestros más importantes de la vida, que son los padres. Se ha evidenciado prácticas de trabajo infantil que tiene como objetivo utilizar las labores físicas de los menores de edad para lucrar económicamente. No tiene como fin primordial la enseñanza de una tarea, arte u oficio.
El trabajo formativo entonces, constituye una práctica cultural ancestral de los pueblos indígenas Kichwas Otavalo y Cotacachi; por el contrario, el trabajo infantil en estas zonas, ha sido consecuencia de la exclusión, la desigualdad y la falta de acceso a recurso, a la cual han sido sometidas estas comunidades. Por esta razón, las autoridades comunitarias y las organizaciones indígenas representativas del sector asumen el reto de mantener y preservar sus prácticas culturales históricas y de erradicar aquellos actos que generan sufrimiento personal y comunitario.
La migración para los miembros de los pueblos indígenas de Otavalo y Cotacachi no solo es una alternativa para apartarse de la pobreza, la falta de oportunidades o la violencia intrafamiliar, también se ha constituido en un referente de identidad étnica y cultural, que destaca la diferencia entre ellos y los demás pueblos indígenas; se representan a sí mismos como aventureros, audaces y comerciantes, los mindalaes. La vinculación al comercio transnacional permitió a los kichwas Otavalo y Cotacachi ganar posiciones en un espacio social dominado económicamente por los mestizos e incluso, desplazarlos. Pero, lo más relevante es la posibilidad de empoderamiento de las comunidades pertenecientes a estos pueblos.
En este contexto, los niños, niñas y adolescentes se convierten en protagonistas de la migración, ya sea por salir junto a sus padres, o al salir solos. El viaje entonces, se convierte en una parte de la vida, en una etapa que todos los niños, niñas o jóvenes indígenas Kichwas Otavalos o Cotacachis quieren pasar y que les da la posibilidad de mejorar su posición social, la de su familia frente a la comunidad.
Niñas, niños y adolescentes indígenas en contexto de movilidad humana, artículo de Nelson Atupaña Chimbolema. Lea y escuche en #Riksinakuy (https://atomic-temporary-17868035.wpcomstaging.com/). 24-04-2018.