Por: Aymé Quijia
Pueblo Kitukara
02 de julio de 2018
Al mirar alrededor de la ciudad se piensa que solo existe el cemento de las calles, los edificios y las urbanizaciones que la rodean, pero es necesario cruzar las lomas y filos de montaña para darse cuenta que existen otras poblaciones denominadas parroquias rurales no parecidas sino diversas. Cada una de ellas, de las denominadas 33 parroquias rurales aún mantiene ciertos valores, tradiciones, costumbres que las hacen singulares con su identidad propia que generan niveles de pertenencia dentro de sus territorios.
En el Ecuador, la Constitución 2008, el Plan Nacional del Buen Vivir, la COOTAD y el plan de Desarrollo del DMQ, son marcos legales, que ratifican el derecho a los pueblos a fortalecer su identidad en sus localidades en este caso los factores que determinan los niveles de pertenencia en estas parroquias son los apellidos, la productividad, los gentilicios, la actividad comercial, sitios turísticos, religiosos, las manifestaciones culturales, son aspectos que los identifican en relación a su territorio.
Hablar de apellidos propios de cada sitio tenemos ejemplos claros como Quijia o Anaguano de Nayón, Tasiguano o Muzo de Llano Grande, Llamatumbi o Cachago de Yaruqui, Ñato o Nasimba de Amaguaña, Guamantica o Cabrera en Guangopolo, Tufiño o Carrera en Zámbiza, entre los más representativos del sector, cada uno de ellos definiendo su sitio de procedencia.
En relación a la productividad hay ciertos productos que identifican una localidad como las chirimoyas en Guayllambamba, Puéllaro y Nayón, el morochillo en San José de Minas, las mandarinas en Perucho, las frutillas en Tababela, Checa y el Quinche, el maíz en Amaguaña, las plantas ornamentales en Nayón, las plantas frutales en Tumbaco.
Entre los gentilicios locales: ser nayonense, peruchano, mineño, lloano, chequense, zámbiceño, gualeaño, etc. etc. define una cercanía con el nombre de su parroquia, una relación con el territorio y su tierra que hace que no se diga yo son quiteño sino que tenga sus particularidades locales, la gente así lo reconoce y se identifica definiendo el sitio donde nació, donde son sus padres, abuelos o donde vive. Como se ve el gentilicio es un identificativo del morador considerado nativo de la parroquia considerado un imaginario territorial porque está en la memoria colectiva del habitante de la ruralidad que lo perciben como un elemento identificativo, ellos no se imaginan como: “quiteños” a pesar de ser parte de la ciudad, sino parroquianos; en el caso de ser “nativos” es considerarse nacidos en el territorio y lo identifica con la tierra.
En cuanto al comercio tenemos aquellos que las identifican con la actividad comercial del mazapán con Calderón, la jardinería con Nayón, el transporte con Llano Chico, el comercio de la panela con Pacto, Gualea, del aguardiente y la caña Nanegal y Nanegalito, entre otros.
De acuerdo al paisaje y los sitios turísticos están la parroquia de las Cascadas en el caso de Atahualpa, el sitio del cóndor a Pintag, los baños del Inca en Amaguaña, el zoológico de Guayllabamba, Ruinas de Tulipe en Nanegalito y Gualea, la ruta escondida en la zona Nor central, la ruta del Quinde en Nono, entre los más conocidos.
En lo religioso íconos de pertenencia la virgen de El Quinche, el Señor del Árbol en Pomasqui, la virgen del Cinto en Lloa, San Miguel Arcángel en Zámbiza, de los más visitados.
En las manifestaciones culturales están los diablos de Alangasí de Semana Santa, los Turbantes de La Merced, Las fiestas de San Jerónimo de Pintag, Santa Ana de Nayón, de la Virgen de la Merced, el Carnaval de Amaguaña, las Fiestas de San Sebastián de Pifo, etc.
Todos estos aspecto son parte de la identidad, la misma que es dinámica, la cultura es dinámica y es necesario fortalecer el arraigo por los niveles de pertenencia para subsistir frente a los cambios económicos, culturales y sociales que la sociedad vive, sin embargo, el imaginario en este contexto es un elemento simbólico que se ha mantenido de generación en generación. Ellos siempre han sido reconocidos por este nombre, por estas actividades, relaciones sociales de cada uno de las localidades como parte de su construcción colectiva de afirmación frente a otros pueblos posicionándoles en el Distrito.
Por diversas que sean las razones el parroquiano siente que la localidad le brinda lo necesario para mantenerse en ella, la percibe como su espacio de vida, la imagina como su familia y la añora como sitio de tranquilidad y vida comunitaria, lo que hacen que sea la identidad que se encuentra invisibilizada la responsable de que el nivel de pertenencia se mantenga en los territorios rurales. Sin olvidar de dónde venimos, nuestras raíces y expresiones propias.