Por: Germán Castañeda
Kichwa Otavalo
Julio 11 de 2019
Otavaleños en Otavalo, otavaleños en el Ecuador y otavaleños en el mundo, son los enfoque a los que me dedicaré a partir de la presente entrega.
Desde que tengo uso de razón, mis padres y mis abuelos siempre han tenido ciertas cualidades como: ser arriesgados, emprendedores, orgullosos y mucho más. Tuve un tío paterno que salía de viaje y siempre cogía el primer carro, sin importar la dirección, a donde vaya podía ir, al norte o al sur. Si iba al norte, llagaba hasta Ipiales, en Colombia, y una vez se fue hasta Cúcuta, ubicado en el país vecino. Al sur, llegaba hasta Quito.
De esta experiencia, una vez concluido mis estudios universitarios, me fui a conformar una escuelita en el cantón Pedro Vicente Maldonado, con migrantes kichwas, de la provincia de Bolivar. Luego, trabajé en la Cima de la Libertad, de la ciudad de Quito. Posteriormente, en la parroquia Olmedo, del cantón Cayambe, pasé a la entonces Dirección Provincial de Educación Intercultural Bilingüe de Imbabura (DIPEB-I) como técnico docente. Más adelante, dejé el magisterio y me tocó el turno: me fui a Bogotá-Colombia.
En adelante, la suerte me acompañó. Llegué a Santiago de Chile y finalmente a New York, EE. UU. Este trajinar me ha dado muchas experiencias de superviviencia. Me doy cuenta que en cualquier momento, siempre habrá una puerta que se abra, un amigo que aparece. Quizá esto da para que el Otavaleño, desde que sale de su casa, trace varios planes, el plan A, el plan B y otros. Si el primero no resulta, lo más seguro que el segundo tenga mejor suerte. En el camino no hay espacio para arrepentimientos y posibilidades de volver a casa con las manos vacías. Hay que sobrellevar la situación y continuar hacia adelante. Practicamos el «rendirnos jamás, ni un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso».
¿Cuáles son las estrategias de sobrevivencia? El otavaleño, no tiene recelo de preguntar y repreguntar hasta saber de la fuente oficial las cosas, esto es, investigar. Si alguien de sus vecinos, por ejemplo, construye una casa de dos pisos, él tiene que luchar y hacer una casa de más pisos. Si alguien compra un vehículo último modelo, también él saldrá con uno mucho mejor. Es una sana competencia, sin poner en mal a nadie.
Las luchas reivindicativas históricas del pueblo Otavalo ha sido con otros sectores en todo ámbito: en el arte, el deporte, negocios, en lo político. Para el indígena Otavaleño, no existe el «no puedo». Siempre dirá que «sí se puede. Con perseverancia, no nos amilanan las adversidades.
Es hora de valorarnos todos los pueblos indígenas. Aunque muchas veces nos sentimos impotentes de enfrentar con las autoridades de turno, sentimos marginación, desigualdad social que afectan a pueblos indígenas, de los empobrecidos del sector rural. La Interculturalidad aún no existe y y creo que tampoco se logrará si no convivimos entre culturas diferentes. Se me viene a la memoria de un hermano que fue uno de los primeros indígenas Otavaleños casado con una chica de Bélgica, hace 30 años, quien se marchó a convivir en el exterior. Allí tuvo que aprender el francés, idioma que hablaba la familia de su esposa.
Las lecciones aprendidas hay que transmitir a las próximas generaciones, ya que si nos mudamos a otras dimensiones, por más científicos que seamos, se irán con nosotros y sólo quedará, lo compartido. Hasta la próxima entrega, en la que abordaremos sobre los Otavaleños en el Ecuador.
Que bien el trayecto de hermano Otavaleño,el camino a seguir