¿Desafíos y sorpresas para los pueblos indígenas?
Por: Ángel Virgilio Medina Lozano
Kichwa del pueblo Saraguro
Mayo 03 de 2019
Mediante Decreto 684 del 25 de febrero de 2019, el Presidente Lenín Moreno declara de interés y prioridad nacional la realización del VIII Censo de Población y VII de Vivienda a efectuarse en el año 2020, cuya preparación, organización y ejecución estará bajo responsabilidad del Instituto Nacional de Estadística y Censos y supervisión del Consejo Nacional de Estadística y Censos.
El anuncio está dado con año de antelación, es de esperarse que no existan sorpresas por parte de los pueblos indígenas, aunque el desafío está muy claro, porque sin datos estadísticos podemos apreciar niveles de pobreza, baja escolaridad y profesionalización y así sucesivamente.
El censo como disciplina estadística es aplicada desde la época del incario, por ello encontramos el instrumento nemotécnico conocido como el Quipus, utilizado para el registro de expedientes mnemónicos de los gobernantes Incas; sin embargo, es “(…) con las nuevas políticas del virrey del Perú Francisco Toledo (1569-1581), cuando se refuerzan las políticas del cobro en moneda y de ampliación a toda la población indígena.” (INEC, 2015). Mecanismos que confluyen en la resistencia y desconfianza por parte de los pueblos indígenas frente al Estado. El empadronamiento era entendido como un compromiso para el tributo, que en el futuro sometería a la miseria y en muchos casos a la esclavitud.
El primer Censo Nacional de Población se realizó el 29 de noviembre de 1950, y en 1954 se organiza la Junta Nacional de Planificación y se realiza el Primer Censo Agropecuario.[i] Según “Una Mirada Histórica a las Estadísticas del Ecuador” del INEC, cuando se dio inicio al empadronamiento emprendido por las autoridades eclesiásticas en el norte de la Real Audiencia de Quito, suscitó una violenta rebelión indígena y mestiza que registró víctimas mortales y destrucción de haciendas y obrajes en Cotacachi, Otavalo, San Pablo y otros lugares.[ii] Lo propio sucedió en la región de la sierra centro.
El temor y la desconfianza al proceso censal por parte de los pueblos indígenas son evidentes en todo el recorrido histórico y se mantiene hasta la actualidad, comprensible por cierto, ya que todo el proceso del diseño de la boleta censal y la batería de preguntas están realizadas entre cuatro paredes. Claro, cuando invitan a cualquier representación indígena, a última hora, es casi para validar, y las opiniones sugeridas no cambian en nada porque, para ese momento, no hay espacio en la boleta censal para incorporar más preguntas o variables que permitan ser más asertivos con la información recabada.
El contexto actual está configurado en escenarios distintos al pasado histórico, pues ahora el sometimiento se evidencia a través de prácticas de discriminación, de exclusión y de maltrato en sus diversas formas manifestadas en lo laboral, educativo o en el ámbito social, cuya génesis está en el sistema de la herencia colonial, retroalimentada por la estructura del Estado. Ello sería una explicación, de entre otras tantas, por las que existe una permanente reducción o estancamiento en el porcentaje de la población de los pueblos y nacionalidades en el país, en los bajos niveles de formación académica y acceso a las becas, etc. Particularmente ésta afecta a la población joven y se manifiesta a través de su negativa ante la autoidentificación como parte de un pueblo o nacionalidad indígena.
El retroceso o estancamiento en el crecimiento poblacional indígena, demostrado en las estadísticas, Amores y Sandoval (2005) en INEC (2015) reflejan así: “en el censo de 1846, la población indígena, calificada de acuerdo a su vestimenta y al idioma quichua como lengua materna, representaba el 51% de la población asentada en el territorio de la Real Audiencia de Quito. En 1950, teniendo en cuenta sólo el lenguaje nativo, los pueblos indígenas eran el 13,5%. En el año 2001, de acuerdo al mismo marcador étnico (idioma nativo) y el mismo grupo de población, solo 4,35% de la población total del Ecuador.”[iii]
El desafío que queda para superar esta cruda realidad no está solo en la responsabilidad del Gobierno, ahora con una Secretaría de Estado para la Educación Intercultural Bilingüe, transformada ahora, que cumplirá 30 años de existencia en manos de compañeras y compañeros indígenas, con una estructura organizacional entre comunidades, pueblos y nacionalidades, con autoridades a nivel de Gobiernos Locales y de la Asamblea Nacional, entre otros; es de esperar de su capacidad de intervención en el tiempo oportuno ante el INEC, para incidir a través de una delegación técnica y que junto al INEC realicen la Boleta Censal con variables específicas y bien estructuradas para la recolección de información. Así, en alguna medida se ejercerá el derecho a la participación en igualdad de condiciones.
[i] INEC, Instituto Nacional de Estadística y Censos. Una Mirada Histórica a las Estadísticas del Ecuador. Quito, 2015. p. 11.
[ii] Segundo E. Moreno Yánez, Sublevaciones indígenas en la Audiencia de Quito, desde comienzos del siglo XVIII hasta finales de la Colonia, Quito, Ediciones en la Pontifica Universidad Católica del Ecuador (EDIPUCE), 1955 (cuarta edición), pp.153-158.
[iii] César A. Amores L. Jackeline Sandoval. ECUADOR, Evolución de la población por etnia en el periodo 1990-2010.
Ojalá nuestros compañeros y compañeras indígenas no se cambien de identidad; por lo que cuando aplican la encuesta se identifican como mestizos, eso nos afecta a nuestro grupo étnico, por lo según del análisis del texto al inicio se identifica el 50% de indígenas, el país necesita ser diverso e intercultural, multicultural.