Por: Germán Guamán, Pueblo Kitukara
03 de junio de 2018
El 28 de mayo de 1944 se gestó en Ecuador la revolución conocida como “La Gloriosa”. Fue protagonizada por los obreros y campesinos en contra del despótico régimen de Arroyo del Río, quien mantenía al Ecuador bajo los abusos y la explotación de la plutocracia agroexportadora.
Ocurrieron sendos levantamientos en Quito y Guayaquil. Entre los líderes se puede mencionar al escritor Joaquín Gallegos Lara en la región Costa y a su compañera la poeta Nela Martínez en la región Sierra; ambos con raigambre ideológica del partido comunista del Ecuador. En esta revolución se logró aprobar una constitución de corte socialista; sin embargo, con el ascenso al poder de Velasco Ibarra, la revolución fue traicionada.
Nela Martínez quien ya en 1938 había participado junto a mama Dolores Cacuango en la creación de la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI); fue nombrada diputada y, luego de “La Gloriosa” por dos semanas fue Ministra de Gobierno. Participó en la elaboración de aquella constitución, así como en las reformas progresistas al Código de Trabajo y al de la Seguridad Social.
Dolores Cacuango, por su parte, es recordada por su imperecedera labor en la creación de las Escuelas Bilingües de Cayambe, y su por gran influencia en la titánica lucha por la recuperación de la tierra.
“La Gloriosa” fue el resultado tangible de una labor de hormiga de concientización de las bases, organización y lucha. Podría decirse que muchos de los ideales de aquella revolución se han plasmado en el espíritu de lucha del movimiento campesino y que han decantado en una notable presencia del movimiento indígena en la vida política del Ecuador.
La caída del muro de Berlín y el decreto del fin de la historia por parte del filósofo Francis Fukuyama produjeron un decaimiento del poder organizativo y los postulados de los sindicatos obreros y campesinos. El actual descrédito del Socialismo del Siglo XXI también hace a nuestros jóvenes cuestionarse sobre la vigencia de los postulados de “La Gloriosa” y aún sobre la necesidad de continuar formando parte activa de las organizaciones indígenas.
En la historia se verifica que el movimiento obrero y el movimiento campesino/indígena juntaron hombros para lograr reformas. Estos dos movimientos son aliados naturales. Cuando el movimiento obrero ha desfallecido, ha sido el movimiento indígena el que ha levantado el brazo de los obreros.
El país percibe en los indígenas una gran capacidad organizativa y de convocatoria. Esta percepción nos compromete a reflexionar en que somos responsables de generar propuestas políticas que cobijen no solo a las nacionalidades y pueblos sino a todos los ecuatorianos. Así como también, nos compete a dar paso a liderazgos amplios, propositivos e inclusivos que trabajen, dejando de lado sus intereses personales, por el engrandecimiento del Ecuador y de América.
Nela Martínez, al ser destituida por Velasco, regresó a su casa a pie sintiéndose traicionada. Dolores falleció en la pobreza acompañada por su esposo, su hijo su nuera y su amiga María Luisa Gómez De la Torre. Ellas no lograron reconocimiento público, ni fama, ni riquezas, pero sus ideales permanecen y nosotros seguimos construyendo sobre las bases por ellas cimentadas.
La lección primordial ya la dijo nuestra lideresa Tránsito Amaguaña: «La unidad es como la mazorca, si se va el grano, se pierde la fila, se pierde la columna, se acaba la mazorca».
La Gloriosa, artículo de Germán Guamán. Lea y escucha en #Riksinakuy (https://atomic-temporary-17868035.wpcomstaging.com/). 3 de junio de 2018.
También en el Gobierno del Carlos Arroyo del Río, perdimos una gran parte del territorio Amazónico con el Perú.