Por: Semu N. Saant / 20-04-2018
Las nacionalidades del Ecuador mantienen comportamientos machistas, el Ecuador es un país mestizo, el discurso de moda es el feminismo, ¿qué tan reales son estas afirmaciones?
Es interesante que existan culturas e idiomas donde el concepto raíz de machismo no existe, al contrario de feminismo; en la cultura inglesa, por ejemplo, no existe una palabra para definir machismo sino sólo para el feminismo (pueden googlear esto). En las lenguas de las nacionalidades aún no se delimita ninguno de los términos anteriores. Ya que la lengua al ser un bien del ser humano cambia constantemente, es probable que con el tiempo estos conceptos tengan vocabulario propio.
El hecho de que la lengua inglesa no tenga una palabra para definir machismo, de ninguna manera significa que no practiquen el machismo, y entonces ¿qué es el machismo? Los académicos tienen diversas opiniones al respecto, sin embargo, podemos hacer un intento en resumir al machismo como las actitudes y costumbres masculinas que violentan y violan los derechos de lo femenino.
Es así, que, desde una mirada anacrónica sobre la historia de las nacionalidades del Ecuador estos tienen comportamientos machistas, pero, si nos detenemos a hacer una reflexión sobre las actitudes y costumbres ancestrales caemos en cuenta en que tal vez no es así. Que los incas sacrificaran a las vírgenes del sol, sin duda viola el derecho a la vida de aquellas mujeres (para nosotros, actualmente), aun así, no podemos asegurar que en aquella época se pensara igual. En las sociedades amazónicas el que un hombre pudiera tener más de una esposa respondía a fines más prácticos y de sobrevivencia que de discriminación.
El machismo como es entendido ahora llegó a América con el cristianismo, no tanto con los conceptos religioso-espirituales, sino con los dogmas institucionales de la iglesia: papa, obispo, cura, monja, hombre, mujer. Aquí es donde entra el juego el mestizaje. Pues son las poblaciones de la sierra las que tienen mayor contacto con los colonizadores y, por tanto, sus condiciones y aspectos de vida fueron modificándose, no sólo se produjo un mestizaje biológico (notable por los rasgos físicos) sino algo más profundo, el mestizaje cultural. Este mestizaje cultural tardó en llegar a las zonas más distantes del país por obvias razones.
Lo importante no es concentrarnos en delimitar que nacionalidad es menos o más mestiza que la otra con el fin de posicionar, sino aceptar las causas y consecuencias del mestizaje (sea biológico o cultural). Nuestra sociedad ecuatoriana es completamente machista. Y poco hacemos por cambiar esta realidad, somos cómplices tanto el grupo femenino como el masculino.
Cambiar esta realidad es tarea de todos, no solo de las y los feministas (que buscan eliminar la violación de los derechos femeninos por parte de lo masculino). Y los efectos del machismo se observan en todos los espacios de vida. El hombre debe abrir la puerta a la mujer, el hombre debe pagar la cuenta, el hombre debe pagar la pensión para ver al hijo si la pareja se divorcia, la mujer debe ser un objeto de posesión, la mujer debe estar relegada a espacios secundarios, la mujer debe ganarse el puesto por su cuerpo y no por sus capacidades, el hombre debe cuidar a la mujer, el hombre debe pedir la mano a la mujer, es acoso si el hombre es feo y galantería si el hombre es atractivo o tiene poder, un hombre es de verdad si sale con varias mujeres, una mujer es lo peor si sale con varios hombres, y así, un largo etcétera.
En las nacionalidades parece ser un tema tabú hablar de machismo, de género, de sexualidad. Si decimos que uno de los principios del buen vivir es el diálogo, tenemos cuentas por saldar con una característica ontológica del ser humano: la empatía.